El Racing hace disfrutar a su público

El Racing, con 10 jugadores, por expulsión del portugués Hugo Porfirio (m. 50) doblegó de forma inapelable al Betis, tras realizar un partido trepidante y emotivo que convirtió El Sardinero en una auténtica fiesta. Por primera vez, el público vibró con su equipo, hizo la ola, lanzó serpentinas y aclamó, como un héroe, al uruguayo Fernando Correa, la figura estelar del encuentro. Su sustitución, después de haber vaciado los pulmones y el tarro de las esencias futbolísticas, fue premiado con una de las mayores ovaciones ofrecidas a un jugador en el estadio racinguista.El ex jugador del River gen...

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El Racing, con 10 jugadores, por expulsión del portugués Hugo Porfirio (m. 50) doblegó de forma inapelable al Betis, tras realizar un partido trepidante y emotivo que convirtió El Sardinero en una auténtica fiesta. Por primera vez, el público vibró con su equipo, hizo la ola, lanzó serpentinas y aclamó, como un héroe, al uruguayo Fernando Correa, la figura estelar del encuentro. Su sustitución, después de haber vaciado los pulmones y el tarro de las esencias futbolísticas, fue premiado con una de las mayores ovaciones ofrecidas a un jugador en el estadio racinguista.El ex jugador del River generó él solo más jugadas de gol que todos los delanteros béticos juntos, sus pases perfectos y medidos a los pies de Tais y de Ismael fueron jugadas claras de gol. Correa, puede afirmarse, en un día inspirado, volvió locos a sus marcadores.

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Fiel a su filosofía conservadora, Marcos Alonso no corrió, de entrada, riesgos innecesarios. Su equipo jugó con cinco defensas, cuatro mediocampistas y el uruguayo Correa en la punta de ataque. Por su parte, a Luis Aragonés no parece importarle que le tilden de temerario y se atrevió a jugar con tres puntas a todo trapo: Finidi, Alfonso y Cuéllar. A los 13 minutos de partido, el planteamiento del sabio de Hortaleza apareció legitimado por la realidad: Alfonso remató un balón de cabeza, Ceballos despejó con las manos y el remate de Cuéllar se estrelló en el poste. Sin embargo, el desarrollo del partido puso de manifiesto la relatividad de los sistemas de juego. Ni el Betis resultó tan ofensivo como prometía su planteamiento, ni el Racing fue un cuadro asustadizo y timorato.

Luis Aragonés, lejos de apearse del burro y de cambiar el rumbo de su equipo, con un sano ejercicio autocrítico, se confirmó en sus propias tesis. A los 59 minutos sustituyó a Cuéllar por Oli, con el fin de hacer carburar la línea que constituye el mayor patrimonio ofensivo del equipo. Pero los jugadores béticos estaban empeñados ayer en dejar mal a su entrenador, que dio la sensación de que jugaba siempre de farol.

El Racing volvió a reconciliarse con la victoria en su feudo, cosa que no conseguía desde el pasado 5 de octubre, que derrotó al Sporting de Gijón por 4-1.

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