ROCK

Clawfinger vuelve a lanzar su zarpa en Madrid

Su nombre, Clawfinger, significa zarpazo, y algo así sugiere la música de este cuarteto que llega del norte de Europa para exponer su afilada propuesta sonora en San Blas. Su tercer disco, llamado como el propio grupo, es la justificación del concierto de hoy.No es la primera vez que recalan en Madrid, donde actuaron hace tres años como teloneros de Anthrax y un par de veces más en solitario; una de ellas, en el desaparecido Revólver. El núcleo principal del grupo lo forman los suecos Zak, rapeador vertiginoso de voz embrutecida, y Bard, endiablado guitarrista. Cuentan que ambos estaban tan ha...

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Su nombre, Clawfinger, significa zarpazo, y algo así sugiere la música de este cuarteto que llega del norte de Europa para exponer su afilada propuesta sonora en San Blas. Su tercer disco, llamado como el propio grupo, es la justificación del concierto de hoy.No es la primera vez que recalan en Madrid, donde actuaron hace tres años como teloneros de Anthrax y un par de veces más en solitario; una de ellas, en el desaparecido Revólver. El núcleo principal del grupo lo forman los suecos Zak, rapeador vertiginoso de voz embrutecida, y Bard, endiablado guitarrista. Cuentan que ambos estaban tan hartos de limpiarles "las cacas y pises" a los ancianos del geriátrico de Rosenlund, en las afueras de Estocolmo, donde trabajaban como celadores, que decidieron descargar su ansiedad en un grupo de rock. Se juntaron con los noruegos Jocke, teclista, programador y batería, y Erlend, también guitarra, y los cuatro formaron Clawfinger.

Un pelín más mesurada en su reciente disco, su música sigue siendo, verdaderamente, un zarpazo. La descarga sonora de las proclamas rabiosas que escupe Zak, unida a los punteos hirientes de Bard, araña con la misma fuerza de un león. Una mezcla de furia negra que da el rap urbano con la contundencia sonora del heavy metal más genuino. Para perturbar aún más, Jocke no deja de disparar todo tipo de sonidos pregrabados. Y la otra guitarra, la de Erlend, no se queda atrás en rabia. Su primer disco, Deaf dumb blind, de 1993, era una tarea molesta, una experiencia casi dolorosa de escuchar, pero daba la respuesta europea a toda la movida alternativa yanqui que mezclaba rap negro y metal blanco. Su segundo disco, Use your brain, de 1995, abundaba en la propuesta inicial, y el tercero y último, aunque menos violento, les sigue mostrando igual de contundentes.

Clawfinger actúa hoy en Canciller (Pobladura del Valle, 21; metro San Blas), a las 22.00. Entradas: 2.300 pesetas.

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