FÚTBOL: 14ª JORNADA DE LIGA

El Salamanca toma Mestalla

El Valencia se coloca a un punto de los puestos de descenso

"Campeones, campeones, oé, oé, oé". Faltaban breves minutos para el final y al público de tribuna le salió del alma este sarcasmo contra el presidente del club, que para entonces ya se había rodeado en el palco de una decena de policías. Mestalla transformó la ira en sarcasmo y escupió sobre el presidente que llegó un día al palco con el demagógico "Per un Valencia campeó". Por lo demás, el partido no sorprendió a nadie: se enfrentaban el 17º y el 19º clasificados y ninguno de los dos pudo disimularlo.Se juntaron el hambre y las ganas de comer. El hambre, por supuesto, el Valencia, un equi...

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"Campeones, campeones, oé, oé, oé". Faltaban breves minutos para el final y al público de tribuna le salió del alma este sarcasmo contra el presidente del club, que para entonces ya se había rodeado en el palco de una decena de policías. Mestalla transformó la ira en sarcasmo y escupió sobre el presidente que llegó un día al palco con el demagógico "Per un Valencia campeó". Por lo demás, el partido no sorprendió a nadie: se enfrentaban el 17º y el 19º clasificados y ninguno de los dos pudo disimularlo.Se juntaron el hambre y las ganas de comer. El hambre, por supuesto, el Valencia, un equipo inanimado, inerme, anodino, limitado a un único plan de ataque: balones largos al Piojo López, que como es más rápido que nadie alguna opción tendrá de superar la pared salmantina. Y las ganas de comer, el Salamanca, un conjunto con un tufo muy antiguo, predispuesto a acumular tantos hombres en defensa como le sea posible.

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El resultado de lo cual se tornó inevitable: una primera parte mala de la que sólo se pudo rescatar algún caño de Taira y algunas carreras del Piojo, que intentó explotar su velocidad. No había otro remedio.

El resto, el gran tostón. A pesar de lo cual, el público hizo gala una vez más de su paciencia descomunal. No hubo unanimidad. La grada se ha dividido, entre quienes piden la cabeza de Roig y quienes quieren salvarla, de manera que el famoso "Paco vete ya" no llegó a ser unánime aunque sí bastante sonoro.

Tras el descanso, el Salamanca cayó en la cuenta. Advirtió el equipo de Chechu Rojo que el Valencia está fundido y se marchó a por la victoria. Primero avisó Paulo Torres con un trallazo en una falta directa: al palo; y después el mismo lateral izquierdo, que recorrió la banda para servir un centro templado que cabeceó Pauleta a la red.

A estas alturas, Mestalla era preso de una gran confusión: los que estaban furiosos, los que recurrían a la ironía, los que se ponían de parte del Salamanca y los que no sabían qué postura tomar. Y en ésas Zubizarreta, que oyó los ánimos de algunos al Salamanca, se encaró fugazmente con la grada ante la actitud de algunos hinchas.

Claro que la solución la creyó hallar Ranieri, un tipo táctico sin duda. Si en el primer tiempo tuvo un solo plan (Claudio López), en el segunda decidió quedarse sin ninguno: sustituyó a López y se quedó desnudo.

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