La sangría de los socialistas

La coalición de izquierdas sólo consiguió ganar en nueve de los 313 municipios gallegos

"Aquí no ha pasado nada", dijo Manuel Fraga nada más comparecer ante los periodistas en la noche electoral. La afirmación resultaba un tanto hiperbólica porque, aparte de su tercera y apabullante victoria consecutiva, las elecciones del domingo aportaron el suceso histórico del sorpasso del Bloque Nacionalista Galego (BNG) al PSdeG. Sin embargo, mirando los resultados de otro modo, Fraga tampoco andaba desencaminado: la correlación entre derecha e izquierda permanece casi inamovible, con la salvedad de que los socialistas sufren una sangría de votos en las zonas urbanas, donde se ha ase...

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"Aquí no ha pasado nada", dijo Manuel Fraga nada más comparecer ante los periodistas en la noche electoral. La afirmación resultaba un tanto hiperbólica porque, aparte de su tercera y apabullante victoria consecutiva, las elecciones del domingo aportaron el suceso histórico del sorpasso del Bloque Nacionalista Galego (BNG) al PSdeG. Sin embargo, mirando los resultados de otro modo, Fraga tampoco andaba desencaminado: la correlación entre derecha e izquierda permanece casi inamovible, con la salvedad de que los socialistas sufren una sangría de votos en las zonas urbanas, donde se ha asentado el espectacular crecimiento del nacionalismo.A falta del escrutinio del voto emigrante, el Partido Popular consigue mejorar en casi 20.000 sufragios sus resultados de 1993 aunque haya sufrido una leve pérdida relativa por el mayor índice de participación en la jornada del domingo.Entre el BNG y la coalición de izquierdas suman 690.000 votos, prácticamente los mismos que hace cuatro años, cuando Esquerda Galega, ahora aliado del PSdeG, concurrió en- solitario. Pero en estas elecciones se ha invertido la correlación de fuerzas entre estas formaciones. Es decir, los gallegos de centroderecha se han mantenido fieles al PP y en el segmento de la izquierda se ha producido un trasvase de 130.000 votos del PSdeG y Esquerda Galega al BNG.

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El desastre del PSdeG y sus aliados queda ilustrado con el dato de que solamente en nueve de los 315 municipios de la comunidad autónoma lograron ser la primera fuerza política. Se trata, en todos los casos, de pueblos pequeños: Camariñas y A Capela, en A Coruña; Negueira de Muñiz, As Nogais y Pedrafita de Cebreiro, en Lugo; Entrimo y Vilardevós, en Ourense, y Morafia y Fornelos de Montes, en Pontevedra.

De todo ello se deduce claramente que la coalición logró mantener el tipo con cierta dignidad en las zonas rurales, donde el PSOE es la principal fuerza de oposición al predominio casi absoluto del PP. Su gran descalabro se produce en las ciudades. En la capital de la comunidad autónoma, Santiago de Compostela, los resultados de la alianza de izquierdas son casi ridículos: un 13%. En Vigo, en Ferrol o en A Coruña, donde siempre se ha asentado la tradición socialista y comunista, el BNG devora a la coalición.

El caso más llamativo es A Coruña, una de las dos únicas capitales de provincia de España que aún mantienen alcalde del PSOE. En este caso, el regidor, Francisco Vázquez, es además el secretario general de los socialistas gallegos. Y ni con ésas la coalición pudo frenar al BNG, que obtuvo el 27,4% frente al 24,6% de la candidatura que encabezaba Abel Caballero. Todo ello parece confirmar la tendencia que ya apuntaban las encuestas: los jóvenes y las clases medias ilustradas se han pasado en masa al BNG. Es un voto con cierto componente nacionalista, claro está, pero donde prima más la identificación con la izquierda que mantiene también la organización de Xosé Manuel Beiras.

Los nacionalistas vencieron en menos municipios que la coalición, aunque tienen su electorado mejor repartido. El BNG fue la primera fuerza política en Corcubión, Fene y As Pontes (A Coruña); Allariz y Vilar de Santos (Ourense), y Vilaboa (Pontevedra). Este último ejemplo demuestra que el grupo de Beiras capitaliza el descontento contra la Xunta, ya que los vecinos del pueblo llevan varios meses en guerra contra el Gobierno autónomo por su pretensión de instalar allí una empacadora de basuras.

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Dentro de su enorme éxito, hay un dato paradójico para el BNG. En O Morrazo, la llamada península roja de la ría de Vigó, donde los nacionalistas gobiernan los tres ayuntamientos de la comarca, el PP obtiene unos resultados sorprendentes al acercarse nada menos que al 50% de los votos.

Una de las esperanzas de la oposición a Fraga era el pretendido descontento popular en Vigo contra la Xunta y el alcalde del PP, Manuel Pérez. En esta ciudad, la más populosa de Galicia, con 280.000 habitantes, había surgido en los últimos meses un movimiento social de protesta, respaldado por la prensa local, que denunciaba su marginación de los grandes planes de inversiones públicas. Al final, el hipotético castigo a Fraga se ha quedado en casi nada y el PP perdió únicamente 4.672 sufragios.

Eso sí, el Bloque Nacionalista Galego obtiene en Vigo su resultado más resonante al alcanzar el 31,8% de los votos, es decir 12 puntos porcentuales más que los logrados por la coalición de izquierdas, cuyo candidato, Caballero, reside precisamente en esta ciudad.

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