Tribuna:CANAL INTERNACIONAL DE RTVE

La television que no tíene presupuesto

Fernando López-Amor parece inasequible al desaliento. "Tenemos la mejor televisión pública de Europa", aseguró el otro día en Bruselas, copa en mano. Es evidente que el director-general del Ente no aprovechó el viaje para comprobar cómo se ve por satélite esa maravillosa televisión pública, cuya fantástica deuda crece bastante más que la audiencia.Pero los que vivimos en Bélgica -o en Pernanbuco- no estamos en condiciones objetivas de asegurar si López-Amor miente o simplemente bromea. Porque lo que nos llega desde España no debe ser la televisión de López-Amor. Aquí se ve el Canal Internacion...

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Fernando López-Amor parece inasequible al desaliento. "Tenemos la mejor televisión pública de Europa", aseguró el otro día en Bruselas, copa en mano. Es evidente que el director-general del Ente no aprovechó el viaje para comprobar cómo se ve por satélite esa maravillosa televisión pública, cuya fantástica deuda crece bastante más que la audiencia.Pero los que vivimos en Bélgica -o en Pernanbuco- no estamos en condiciones objetivas de asegurar si López-Amor miente o simplemente bromea. Porque lo que nos llega desde España no debe ser la televisión de López-Amor. Aquí se ve el Canal Internacional de RTVE. O sea, una amalgama de series viejas y requetevistas -algunas estupendas, como Juzgado de guardia-, el folletín de la tarde, los peores concursos y humoradas que sintonizar se pueda, casi tan horteras como los de la RAI, aunque sin el colorido y los cantos regionales de la televisión alemana. Todo eso trufado con las más inauditas crónicas regionales de Plaza mayor -ni se sabe cuántas veces al día dan este programa- y todo tipo de pedacitos de la actualidad de Euronews. Pedacitos, sí, porque los pinchan sólo para llenar tiempo hasta que llega la hora de otra joya. Pero como todo lo que va mal puede empeorar, desde hace días disfrutamos viendo cómo las jóvenes generaciones se foguean en esa CNN a la española -o sea, en muy pequeñito- que creo que se llama Canal 24 Horas.

El contacto directo con España culmina, ¡horror!, con los telediarios. El pundonor patrio -y el profesional- le impide a uno irse a la cama sin intentar saber qué ha ocurrido en la piel de toro. Pero esa cantinela petulante del "Así han sido las cosas y así se las hemos contado" viene a confirmar que lo visto no tiene nada que ver con lo ocurrido: día sí y día también, incontables ministros explicando que España va bien, innumerables referencias a "el presidente del Gobierno, José María Aznar", los más sangrientos sucesos del día, un par de pinceladas internacionales y, cómo no, un interminable cuarto de hora de deportes inequívocamente encabezado con la última hora en el vestuario del Real Madrid. A menos, claro, que alguna mala noticia permita empezar algún día con el Barça.

Dice López-Amor -lo dijo aquí, en Bruselas-, que si el canal internacional es tan malo es porque no tiene presupuesto. O sea, que nadie dirige nada y algún técnico va enchufando lo que más le apetece. Eso explica que cuando ya ha entrado el otoño nos den un reportaje sobre el calor en Gran Bretaña. O que hayamos visto tres veces en 15 días, -lo juro: ¡tres veces en 15 días!- la misma crónica sobre un español secuestrado en Colombia.

Pero todo esto no es nada al lado del último desastre. La televisión pública de España, esa que nos tiene que inundar de fútbol sea por la vía que sea y por nuestro bien, no tiene dinero para dar los partidos ¡de la selección española! Soportamos 10 largos días de previos, cánticos al futbolista nacional, desprecios a la legión extranjera, jocosos reportajes sobre el cocinero, el cura, el utillero o cualesquiera otro que viaje con los chicos de Clemente y, al final, nos quedamos con las ganas. En lugar de Raúl nos ponen a Norma Duval, que debe ser más del PP que Guardiola, y por mucho que zapees a nadie más le interesa en Europa el Eslovaquia-España. Si ésta es la mejor, cómo será la peor televisión que es capaz de imaginar López-Amor.

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