COPA RYDER

La pareja irrompible

No hace ni 10 días aún José María Olazábal seguía dándole la matraca a Severiano Ballesteros. "¿Adónde voy a ir sin tí?", le decía. "Yo sólo funciono en la Ryder contigo. Así que sólo jugaré si bajas tú a la arena". Se lo decía todo en broma, pero el mensaje era totalmente serio. A lo que el capitán de mal dormir -ayer ya estaba a las tres de la mañana dando vueltas por el patio de su hotel- y de mal afeitar -la pasión no entiende de philipshaves- le respondía, también en broma y en serio: "La única diferencia entre Rocca y yo es el idioma, conmigo sólo hablabas en castellano". Olazábal...

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No hace ni 10 días aún José María Olazábal seguía dándole la matraca a Severiano Ballesteros. "¿Adónde voy a ir sin tí?", le decía. "Yo sólo funciono en la Ryder contigo. Así que sólo jugaré si bajas tú a la arena". Se lo decía todo en broma, pero el mensaje era totalmente serio. A lo que el capitán de mal dormir -ayer ya estaba a las tres de la mañana dando vueltas por el patio de su hotel- y de mal afeitar -la pasión no entiende de philipshaves- le respondía, también en broma y en serio: "La única diferencia entre Rocca y yo es el idioma, conmigo sólo hablabas en castellano". Olazábal, uno de los pilares europeos de la Ryder 97, había disputado hasta ayer 15 de sus 16 partidos por parejas junto al capitán cántabro. Y había ganado 11, todo un récord. Así que ayer podía tener derecho a pensar que era un niño huérfano al que soltaban al ruedo. Con todo el cariño y lo que hiciera falta hacia Rocca, pero no era lo mismo. Y con todo el apoyo de Ballesteros, pero por detrás de las cuerdas. Y sin embargo, sí que era lo mismo. O parecido. Toda la inspiración de Ballesteros, el capitán frenético, le llegaba a Olazábal. Europa contaba con tres jugadores. O eso es lo que parecía ayer, cuando la increíble remontada de los foursomes a punto estuvo de producirse. Por allí, por los hoyos 16º y 17º andaba Ballesteros detrás de su pareja. Aconsejando, y, sobre todo, metiéndole en el cuerpo el fuego de la lucha hasta el final. Se luchó y se perdió, pero la pareja Ballesteros-Olazábal es irrompible. Por dentro y por fuera de las cuerdas.

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