CINE

Las calles de Madrid, escenario del 'Chevrolet' de Javier Maqua

"Mi nombre es Chevrolet... He vivido mucho", con estas palabras, desgranadas lentamente en inglés por la voz en off de un viejo coche abandonado en una de las muchas plazas de asfalto de Madrid, comienza Chevrolet, el segundo largometraje de Javier Maqua, que fue presentado ayer en Alcalá de Henares.El viejo coche, que vuelve a sentirse útil sirviendo de oficina y hogar a yonkis y mendigos, y Lucía, una buena incorregible, interpretada por la madrileña Isabel Ordaz son los protagonistas de esta cinta que consigió el premio a la mejor interpretación femenina en el festival de cine...

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"Mi nombre es Chevrolet... He vivido mucho", con estas palabras, desgranadas lentamente en inglés por la voz en off de un viejo coche abandonado en una de las muchas plazas de asfalto de Madrid, comienza Chevrolet, el segundo largometraje de Javier Maqua, que fue presentado ayer en Alcalá de Henares.El viejo coche, que vuelve a sentirse útil sirviendo de oficina y hogar a yonkis y mendigos, y Lucía, una buena incorregible, interpretada por la madrileña Isabel Ordaz son los protagonistas de esta cinta que consigió el premio a la mejor interpretación femenina en el festival de cine de Moscú. Sus rivales eran Dean Keaton y Meryl Streap.

Maqua no se enfrentaba al rodaje de un largometraje desde hace 16 años con Tú estás loco Briones. "Encontré otros caminos más comodos para expresarme" dice para explicar el largo paréntesis durante el que dirigió la serie Vivir cada día. Unos productores jóvenes, Luis Ramírez y Gaizka Urresti, afincados en Alcalá y colaboradores asiduos del festival de cine de esta ciudad, le preguntaron si tenía algo y les enseñó una obra de teatro: Coches abandonados. Los personajes no son los mismos pero sí la idea del coche refugio.

Rodada en Madrid en seis semanas y media, sobre un guión de Maqua y Montxo Armendáriz, la película es, en palabras de Ordaz, "un cuento cruel, una historia de un mundo muy lumpen, pero con lugar para la ternura"

La inhabitual generosidad de Lucía y la cara resultona del Brujas, un yonki interpretado por Javier Albalá, la convierten en la única vecina que se interesa, por los habitantes del Chevrolet: el drogadicto y Gaspar, un viejo cineasta, encarnado por Manuel de Blas. Todos son adictos a algo. El Brujas a la droga, Gaspar al Brujas, Lucía a las tragaperras, y los cabezas rapadas a la violencia que causa el desenlace.

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