Un parado 'quemado'

Un desempleado desesperado incendia una oficina del Inem

A sus 48 años, Carlos Torío López, un hombre desesperado, incendió ayer a las 10.30 una Oficina de Empleo (Inem). Solo, silencioso, como sin querer llamar la atención, este parado entró por la mañana en el local del Inem de la calle del General Pardiñas, cuando en la misma había unas 40 personas.No despertó sospechas ya que vestía un niki y un pantalón normales. Bajo el brazo llevaba una lata de gasolina que había comprado con sus últimas 1.000 pesetas y con la que quiso prender su última esperanza. Dio unos pasos y allí mismo, en la escalera, derramó el combustible. Era "para acabar con la ca...

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A sus 48 años, Carlos Torío López, un hombre desesperado, incendió ayer a las 10.30 una Oficina de Empleo (Inem). Solo, silencioso, como sin querer llamar la atención, este parado entró por la mañana en el local del Inem de la calle del General Pardiñas, cuando en la misma había unas 40 personas.No despertó sospechas ya que vestía un niki y un pantalón normales. Bajo el brazo llevaba una lata de gasolina que había comprado con sus últimas 1.000 pesetas y con la que quiso prender su última esperanza. Dio unos pasos y allí mismo, en la escalera, derramó el combustible. Era "para acabar con la carcoma", según dijo a las personas que le recriminaron lo que estaba haciendo.

Seguidamente encendió su mechero y prendió fuego al combustible.

Las llamas se levantaron con fuerza y liberaron un humo negro y espeso que apenas dejaba ver la salida, pero también dieron luz a la locura de un hombre que desde hace cinco meses duerme en la calle porque no cobra la prestación por desempleo ni encuentra trabajo, como después contó a la policía.

PASA A LA PÁGINA 3

El pirómano, tuvo que ser rescatado por un funcionario de la oficina

VIENE DE LA PÁGINA 1El incendio se propagó rápidamente por el establecimiento y, según manifestó a Europa Press su subdirector, Fermín Fernández, "se produjeron las comprensibles escenas de tensión, especialmente porque algunos funcionarios tuvieron problemas para abandonar sus oficinas". Uno de ellos, mientras salía, encontró a Carlos Torío en el mismo lugar donde había iniciado el fuego. Le ayudó a acceder a la calle y, una vez fuera, ya a salvo, el parado se reconoció autor de los hechos.

El incendio, tras el pánico inicial, fue rápidamente controlado. A pesar de ello, destruyó varios muebles y provocó la explosión de una ventana. Otra tuvo que ser rota por los bomberos para evitar que reventara sola. La extensa humareda, que se extendió por todo el edificio, afectó al techo, los mostradores, la escalera y gran parte de la oficina. Todos estos desperfectos obligaron al cierre del local.

Seis personas, que se encontraban dentro, en el momento de producirse los hechos tuvieron que ser atendidas por el Samur. Dos sufrían intoxicación por inhalación de humo, otras tres presentaban crisis nerviosas y un agente de seguridad tenía varios cortes en una mano. Este último fue ingresado en el hospital de la Princesa.

El séptimo herido fue el propio Torío, que se había producido pequeñas quemaduras en una mano. Cuando fue llevado a la comisaría de Buenavista explicó que no había querido dañar a nadie, sino sólo llamar la atención. Luego, volvió al silencio y se negó a declarar. El detenido, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía, tenía antecedentes por lesiones y atentado a agente de la autoridad.

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