Editorial:

Conocer el mar

SÓLO QUERíAN "dar una vuelta y se liaron". Ante todo, querían ver por primera vez el mar. Es la cándida explicación que dieron las dos niñas de Carabanchel para explicar su fuga con dos jóvenes de mala reputación y ciertos hábitos delictivos. Su desaparición la pasada semana generó angustia y pánico en sus casas y preocupación en una opinión pública que aún tiene muy presente la trágica búsqueda de las tres niñas de Alcásser y el terrible desenlace de la misma.Los padres de las niñas no podían creer que sus hijas habían huido voluntariamente. Temían un secuestro. Pero todo era más simple. Era ...

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SÓLO QUERíAN "dar una vuelta y se liaron". Ante todo, querían ver por primera vez el mar. Es la cándida explicación que dieron las dos niñas de Carabanchel para explicar su fuga con dos jóvenes de mala reputación y ciertos hábitos delictivos. Su desaparición la pasada semana generó angustia y pánico en sus casas y preocupación en una opinión pública que aún tiene muy presente la trágica búsqueda de las tres niñas de Alcásser y el terrible desenlace de la misma.Los padres de las niñas no podían creer que sus hijas habían huido voluntariamente. Temían un secuestro. Pero todo era más simple. Era una aventura de común acuerdo en la que recorrieron 1.500 kilómetros en cinco coches robados. La aventura tendrá consecuencias, al menos para el mayor de los chicos. Aunque no sean lo graves que podían haber sido, es de esperar que disuadan a posibles emuladores.

"Ahora sabemos lo que es la vida". Esta tierna tontería de uno de los fugados revela la curiosidad y el afán de transgresión propios de su edad. Agravados en su caso, como en tantos otros, por la carencia de un entorno familiar sano y protector en la edad en que más se necesita. Las niñas sí tienen familias. Y, sin embargo, éstas no parecían ser conscientes de las inquietudes y amistades de sus hijas. En todo caso, no las creían capaces de algo que, como se ha demostrado, han hecho con ganas y mucha naturalidad.

Y es que en muchos hogares se sabe muy poco de los propios hijos, especialmente durante su adolescencia. Si las familias hablaran más con sus hijos de las ganas de "conocer el mar", ese mar propio e íntimo, lejano y atrayente, es probable que pudieran ayudar a los adolescentes a evitar liarse en aventuras que tantas veces acaban en tragedias.

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