EL AGRIDULCE DÍA DESPUÉS

Un triste final para una noche de fiesta

La plantilla pasó de la alegría a las lágrimas al conocer la muerte del hijo de Alfonso del Corral

Sólo unos pocos advirtieron que en el minuto 77 del partido, cuando el Real Madrid acariciaba ya el título de Liga, Alfonso del Corral, el médico del equipo, dejaba precipitadamente el banquillo. Álvaro, el hijo pequeño del doctor, se debatía entre la vida y la muerte tras sufrir un grave accidente cuando jugaba precisamente al fútbol con sus amigos. La puerta de un garaje le había aplastado. Su madre también estaba en el estadio pero no pudo ser avisada hasta que el encuentro acabó.Por entonces la plantilla disfrutaba de sus primeros momentos de gloria ajena a la ausencia de su médico, amigo ...

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Sólo unos pocos advirtieron que en el minuto 77 del partido, cuando el Real Madrid acariciaba ya el título de Liga, Alfonso del Corral, el médico del equipo, dejaba precipitadamente el banquillo. Álvaro, el hijo pequeño del doctor, se debatía entre la vida y la muerte tras sufrir un grave accidente cuando jugaba precisamente al fútbol con sus amigos. La puerta de un garaje le había aplastado. Su madre también estaba en el estadio pero no pudo ser avisada hasta que el encuentro acabó.Por entonces la plantilla disfrutaba de sus primeros momentos de gloria ajena a la ausencia de su médico, amigo y a veces confidente. Cuando el partido acabó, el vestuario se llenó de botellas de champán mientras en las tribunas los espectadores todavía coreaban a los nuevos campeones.

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En medio de la celebración llegaron a la caseta las primeras noticias. Incrédulos, los jugadores, el técnico y los directivos dejaron a un lado la fiesta. Lorenzo Sanz decidió esperar. Nadie quería ir en esos momentos a La Cibeles y menos aún a la cena de celebración del título. Los jugadores decidieron no acudir ni tan siquiera a la sala de prensa.

Tras una hora de tensa espera, la directiva decidió acudir al encuentro con su afición. Las noticias que recibían eran contradictorias y todos se agarraban a las más optimistas.

A la una y media de la madrugada, tras un paseo triunfal por las calles de Madrid, los jugadores llegaron al restaurante donde la junta directiva había organizado, en el mayor de los secretos, la cena para los campeones.

Mientras los jugadores entonaban el himno del Barcelona con una peculiar letra, vestían camisetas negras con las inscripción al revés, y Lorenzo Sanz lloraba sin parar, llegó la noticia que nadie quería recibir.

José Miguel Antúnez apareció por el restaurante con gesto serio. Álvaro no había superado la última parada.

"La alegría se nos cortó", explicó Redondo. La fiesta se interrumpió. Las lágrimas esta vez fueron de tristeza.

Todos, con el gesto apesadumbrado, se encaminaron hacia el Hospital de La Paz para abrazar a su compañero. Allí estuvieron hasta el amanecer.

Ayer al mediodía los jugadores volvieron a reunirse. Esta vez para acompañar a Alfonso del Corral en el entierro de su hijo de seis años. La plantilla madridista no podía creerse todavía un final tan triste para una noche de fiesta y de gloria.

"Este título", lo dijo Hierro, "es para Álvaro".

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