El agua

En relación con el artículo Sobre la reforma de la ley de aguas, de Enrique Cabrera, publicado en su periódico del martes 27 de mayo pasado, quisiera hacer unas reflexiones.Mucho se ha hablado de la cantidad de agua, pero pocas veces de su calidad. Desde una pequeña población de la ribera del Júcar se ha podido observar cómo en sólo 15 años, desde 1982 hasta hoy, el agua de ese río ha ido perdiendo paulatinamente su calidad excelente, casi única en Europa. El uso incontrolado, doméstico, agrícola e industrial de productos químicos, sin olvidar los vertidos de basuras en ramblas afluente...

En relación con el artículo Sobre la reforma de la ley de aguas, de Enrique Cabrera, publicado en su periódico del martes 27 de mayo pasado, quisiera hacer unas reflexiones.Mucho se ha hablado de la cantidad de agua, pero pocas veces de su calidad. Desde una pequeña población de la ribera del Júcar se ha podido observar cómo en sólo 15 años, desde 1982 hasta hoy, el agua de ese río ha ido perdiendo paulatinamente su calidad excelente, casi única en Europa. El uso incontrolado, doméstico, agrícola e industrial de productos químicos, sin olvidar los vertidos de basuras en ramblas afluentes y la inexistencia de una depuración adecuada han sido sin duda las causas de tan lamentable estado. Resulta sorprendente la falta total de información al ciudadano, la indulgencia de organismos competentes y la falta de ética medioambiental de muchos empresarios.

Nadie protesta, se lamenta Enrique Cabrera. ¿Por qué será? Tal vez porque un ciudadano comprometido y crítico resulta a veces incómodo para los demás, y siempre para los que temen perder el derecho de hacer prevalecer sus intereses particulares obre un patrimonio que es de todos. ¿Quién protege a los que protestan de la ira de los poderes fácticos? "La sumisión os hará libres", reza irónicamente una de las viñetas dibujadas por El Roto del año 92.

Un sistema democrático se basa en la participación activa, crítica y responsable, más allá de unas elecciones, de cada uno de los que creemos en ello, pero quienes esperan que los consumidores o las ONG resuelvan los problemas que el legislador evita afrontar esconden la cabeza bajo el ala.-