Entrevista:

"Madrid no tiene mar pero es la ciudad más arbolada de Europa"

La que fuera benjamina de aquel movimiento musical que se llamó Nova Cançó ha cumplido ya 40 años, doce discos y muchos kilómetros de giras por Europa y América. Las fechas han marcado a la fuerza su carrera. Desde 1974, año de su debú profesional, Marina Rosell, nacida en Tarragona, jamás perdió de vista las causas más liberadoras. Y la mezcla, fusión, combinación o mestizaje es la meta perseguida con más fuerza en todos sus trabajos. Su nómina de colaboradores puede ser de todo menos monótona: Georges Moustaki, Montserrat Caballé, Tomatito, Pedro Guerra o el argentino Fito Páez. Pero,...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La que fuera benjamina de aquel movimiento musical que se llamó Nova Cançó ha cumplido ya 40 años, doce discos y muchos kilómetros de giras por Europa y América. Las fechas han marcado a la fuerza su carrera. Desde 1974, año de su debú profesional, Marina Rosell, nacida en Tarragona, jamás perdió de vista las causas más liberadoras. Y la mezcla, fusión, combinación o mestizaje es la meta perseguida con más fuerza en todos sus trabajos. Su nómina de colaboradores puede ser de todo menos monótona: Georges Moustaki, Montserrat Caballé, Tomatito, Pedro Guerra o el argentino Fito Páez. Pero, para doctorarse en la saludable práctica del aperturismo cultural, a Marina le faltaba una asignatura, recién aprobada y con buena nota en el estudio y en directo. Polémicas a un lado, hablamos de cantar en castellano, la lengua en que ha grabado su elepé Ha llovido y en la que también por vez primera se sube a un escenario para ayudar a los pueblos indígenas de Iberoamérica.Pregunta. ¿Cuál es su relación con esa fundación?

Respuesta. Las ganas de apoyarla, convencida de que es la única que trabaja en contacto directo, sin intermediarios, con esos pueblos. Hace un par de años, en Bolivia, tuve la suerte de cantar para ellos y conocí de cerca su cultura del silencio, donde se habla poco, se observa todo y se piensa mucho.

P. Hace tan sólo unos meses presentaba usted en Madrid su último disco.

R. Sí. En noviembre. Este trabajo me ha permitido saborear la instantaneidad, esa sensación de que se entienda lo que digo de forma inmediata.

P. ¿Quizá por haber cantado en castellano?

R. Naturalmente el campo se me abre. Lo he experimentado actuando en Europa, y ahora el disco se va a editar en toda Latinoamérica.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

P. Año 1975, ¿hubiera sido posible cantar en castellano y formar parte de la Nova Cançó?

R. Mire, no quiero insistir tanto en la cuestión del idioma, porque no tiene demasiada importancia. El regalo que a mí me hace este trabajo es la posibilidad de cantar temas como Yo te diré o aceptar las colaboraciones de Pedro Guerra o Fito Páez.

P. Ha llovido, ¿un título para hacer balance?

R. Lo que quiero explicar en realidad es esa parte acuosa y líquida que nos rodea. La sensación de humedad, su erotismo, los efectos del mar y de la lluvia. ¿Se imagina un murido sin agua?

P. ¿Y se imagina viviendo en una ciudad sin mar como Madrid?

R. Madrid tiene muchas otras cosas; por ejemplo, ese extraordinario triángulo cultural que forman el Museo del Prado, la Fundación Thyssen o el Centro de Arte Reina Sofía. Madrid no tendrá mar, pero es la ciudad más arbolada de Europa. Yo me siento bien aquí, donde nada me es hostil. Quizá porque tengo muchos amigos y eso te ayuda a no sentirte nunca una extranjera. A las ciudades se las quiere por la gente que las habita.

Marina Rosell, con la Fundación de Artistas e Intelectuales por los Pueblos Indígenas de Iberoamérica Hoy a las 22.00. Círculo de Bellas Artes. 2.000 pesetas. Metro Banco.

Archivado En