Matallana, en la ruta de la teja negra

La sierra del Ayllón, a caballo entre Madrid y Guadalajara, es una isla verde del centro de la Península. Entre sus bosques habitan zorros, gatos monteses, águilas perdiceras, jabalíes, búhos reales, robles y castaños. Matallana, un pueblo abandonado en mitad de esta sierra, se encuentra en la llamada ruta de la Teja Negra de Guadalajara. Sus casas de pizarra, levantadas hace dos siglos, uedaron vacías en a década de los sesenta. Un primer nuncio de construcción del embalse hace más de 30 años obligó a sus escasos habitantes a abandonar el lugar.

Sin embargo, la construcción del embalse...

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La sierra del Ayllón, a caballo entre Madrid y Guadalajara, es una isla verde del centro de la Península. Entre sus bosques habitan zorros, gatos monteses, águilas perdiceras, jabalíes, búhos reales, robles y castaños. Matallana, un pueblo abandonado en mitad de esta sierra, se encuentra en la llamada ruta de la Teja Negra de Guadalajara. Sus casas de pizarra, levantadas hace dos siglos, uedaron vacías en a década de los sesenta. Un primer nuncio de construcción del embalse hace más de 30 años obligó a sus escasos habitantes a abandonar el lugar.

Sin embargo, la construcción del embalse del Vado, unos 10 kilómetro s aguas abajo de Matallana, hizo que el proyecto se desestimase por completo. No obstante, y a pesar de que la presa no fue construida, los habitantes nunca volvieron a este pueblo.

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El poblado vacío de Matallana está formado por unos treinta edificios de pizarra, entre los que se encuentran viviendas, establos, parideras de animales y una iglesia del románico popular rural. El templo es un buen ejemplo de edificación de la Baja Edad Media. De hecho, todo el conjunto está declarado bien de interés cultural.El hacha

Las abandonadas viviendas, pese a su importancia arquitectónica, son de una gran simplicidad. Los materiales, fundamentalmente pizarra, madera y barro, fueron tratados de una manera muy rudimentaria. El hacha era la única herramienta utilizada en los ensamblajes y carpinterías, por lo que las casas ofrecen sensación de rusticidad.

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Además, la rudeza del entorno obligaba a que los animales domésticos compartiesen vivienda con los habitantes de Matallana. Sólo las ovejas y cabras eran recogidas en módulos auxiliares y alejados algunos metros.

Los expertos consideran que "este conjunto etnológico puede considerarse uno de los más interesantes en una zona de alta montaña".

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