FÚTBOL: 23ª JORNADA DE LIGA

El Celta remata el bandono de Toshack

El Deportivo empata en Riazor y cumple dos meses sin ganar

Con la casa patas arriba, el vestuario carcomido por las vanidades y la sentencia escrita en la frente del entrenador, el Deportivo se ha abandonado a su suerte, como si ya todo le fuese indiferente. Los blanquiazules cumplieron ayer dos meses sin ganar un partido en un estado de resignación, de abulia y probablemente de hastío. Hasta el público parece haberse contagiado de la pasividad de sus futbolistas: no anima, no chilla, no protesta; muchos abandonaron el estadio 10 minutos antes cuando el resultado todavía pendía de un hilo. Contra la costumbre de los últimos años, el duelo de rival...

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Con la casa patas arriba, el vestuario carcomido por las vanidades y la sentencia escrita en la frente del entrenador, el Deportivo se ha abandonado a su suerte, como si ya todo le fuese indiferente. Los blanquiazules cumplieron ayer dos meses sin ganar un partido en un estado de resignación, de abulia y probablemente de hastío. Hasta el público parece haberse contagiado de la pasividad de sus futbolistas: no anima, no chilla, no protesta; muchos abandonaron el estadio 10 minutos antes cuando el resultado todavía pendía de un hilo. Contra la costumbre de los últimos años, el duelo de rivalidad gallega deparó cuatro goles y un marcador en permanente sobresalto. Puro espejismo. Tres de los tantos cayeron del cielo, en errores defensivos que hablaron con elocuencia del nerviosismo que atenaza a los dos equipos. El Celta prefirió no hurgar en las penas de su rival y conformarse con capturar un empate.El mejor defensa del Deportivo fue Djukic, que pasó la tarde sentado en el banquillo. Tras soltarse la lengua el día anterior, el serbio comprobó cómo la hinchada se ponía de su parte ante la sucesión de dislates de la retaguardia blanquiazul. En uno de ellos llegó el primer gol del Celta. El regalo obligó al Deportivo a nadar contracorriente cuando no habían pasado más de 20 minutos. Fueron instantes en que el partido pudo derivar en una hecatombe para los coruñeses. El Celta atrapó el balón en el medio campo y halló espacios para tirar el contragolpe. Sólo le, faltó algún futbolista con jerarquía y clarividencia en la zona caliente.

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El Deportivo salió del hoyo gracias a un momento de lucidez de Rivaldo, que colocó en la escuadra una falta con una rosca exquisita. En la reanudación el Celta se empeñó en un nuevo obsequio. Una torpe salida de Dutruel permitió a Renaldo marcar un gol inverosímil con una media vaselina desde un lateral. De poco le sirvió a su equipo. Helder correspondió poco después con otro regalo.

Ya no reaccionó el Deportivo porque este Deportivo ya no reacciona nunca. Es un grupo deprimido, sin mando ni determinación, a la deriva, que vive de los destellos de su multimillonario ramillete de futbolistas, pero que se ha acomodado a su situación de crisis como un enfermo que ya no confía en ningún médico.

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