FÚTBOL: DECIMOQUINTA JORNADA DE LIGA

El Depor cumple su tradición en Sevilla

El gol de Martins eclipsó el reencuentro de Bebeto con su ex compañeros

Se acabó la paciencia. La afición sevillista dió ayer un toque de atención a sus dirigentes y amenazó con la revelión, pañuelos en mano. La derrota ante el Depor agotó el crédito que la hichada blanca ha mantenido durante quince jornadas al equipo de González de Caldas. También lo creyó Camacho, que puso su cargo a disposición del club y reiteró su petición de nuevos jugadores. El próximo duelo con el eterno rival, el Betis, amenaza ya con humillar a los sevillistas. El Depor cumplió con la tradición y sigue invicto en esta Liga, y en los últimos 22 años de visitas a la capital andaluza. E...

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Se acabó la paciencia. La afición sevillista dió ayer un toque de atención a sus dirigentes y amenazó con la revelión, pañuelos en mano. La derrota ante el Depor agotó el crédito que la hichada blanca ha mantenido durante quince jornadas al equipo de González de Caldas. También lo creyó Camacho, que puso su cargo a disposición del club y reiteró su petición de nuevos jugadores. El próximo duelo con el eterno rival, el Betis, amenaza ya con humillar a los sevillistas. El Depor cumplió con la tradición y sigue invicto en esta Liga, y en los últimos 22 años de visitas a la capital andaluza. El equipo de Toshack cumplió su papel de favorito a rajatabla. Salió a tocar, a que el rival se desgastara y a esperar una ocasión propicia.El técnico sevillista había adelantado durante la semana una definición del rival que se cumplió en todo su enunciado. "Es un equipo que sabe lo que quiere. Que toca e intenta ganar. Y que si no puede ganar empata". Con esas armas desarboló el Depor a un rival cargado de urgencias y de carencias. Un Sevilla que no puso nunca en apuros al Depor y del que sólo se salva la entrega de unos pocos jugadores.

Los coruñeses pararon con oficio una salida tan explosiva como fugaz del Sevilla. Fueron dos ráfagas lideradas por el ímpetu de Salva, que Djukic contrarestó con colocación y oficio. En dos minutos el balón pasó a ser de los de Toshack. El rombo formado por Donato, Manjarín, Martins y Rivaldo fue como una tela de araña. Envolvió al Sevilla, paró el ritmo del partido y otorgó el mando a los gallegos. Así hasta el final.

Jugadas como la del minuto 11 (16 toques consecutivos hasta caer en un fuera de juego) se repetían una tras otra. El Sevilla corría tras el balón pero llegaba tarde. Al Depor no le importaba que Monchi, como Songo'o, también fuera un simple espectador. Bebeto pasaba los minutos desapercibido y desesperado. No le llegó un balón con opciones. Mejor dicho nunca le llegó el balón, si lo tocó fue porque bajó a buscarlo, limitando así, aún más, la capacidad ofensiva del Sevilla.El descanso llegó con una jugada polémica que los sevillistas y la grada reclamaron como penalti. Almeyda, el mejor sevillista, entró en el área como volante izquierdo. Naybet le entró por detrás, y el argentino acabó en el césped. Núñez Manrique evidenció su baja categoría. Concedió comer en esa jugada, y compensó al Sevilla con otro inexistente.

El gol del Depor, a cuatro minutos de la reanudación, metió al partido en un clima de crispación irrespirable. La grada fue fiel al equipo mientras el cronómetro le daba margen al Sevilla para intentar la remontada. Pero el juego del Depor acabó con la moral del más forofo. El Sevilla no fue capaz de llegar a la meta rival mas que con un -disparo lejano de Rafa Paz y con centros a las manos de Songo'o. Y el Depor dispuso de sus mejores ocasiones, sobre todo una llegada de Rivaldo.

Camacho echó el resto con lo poco que tiene en el banquillo. Ni Onésimo, ni los griegos Tsartas y Marinakis fueron remedio para nada. El equipo acabó entregado a un Depor que dejó morir el partido con el balón en sus botas. La pañolada contra el palco era inevitable. Pero el efecto de la protesta tuvo un efecto inesperado. La moral de Camacho se hizo añicos. El técnico, con cinco bajas en defensa, con los refuerzos sin llegar, y con un calendario infernal, no ha tenido un minuto de respiro para armar su equipo. Una nueva derrota del equipo sevillista lo sitúa en puestos de descenso.

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