FÚTBOL 14ª JORNADA DE LIGA

Lluvia de remates, paradas y postes

El Rayo y el Zaragoza marcaron cuando lo merecía el rival

Acostumbrados como están en Vallecas a que el fútbol siempre pase de largo, lo que se vivió ayer allí puede considerarse como todo un día de fiesta. Hubo llegadas a barullo, remates espectaculares, paradas acrobáticas, regates de lujo... Aparecieron esos lances que un domingo sí y otro también el público de este campo se tiene que conformar con ver por televisión. El fútbol se acercó por una vez a Vallecas, aunque lo hizo con ganas de guasa. Cuando mandó y se emborrachó de ocasiones el Zaragoza, le concedió el gol al Rayo. Y cuando fue el conjunto local el que tomó las riendas y se hartó de op...

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Acostumbrados como están en Vallecas a que el fútbol siempre pase de largo, lo que se vivió ayer allí puede considerarse como todo un día de fiesta. Hubo llegadas a barullo, remates espectaculares, paradas acrobáticas, regates de lujo... Aparecieron esos lances que un domingo sí y otro también el público de este campo se tiene que conformar con ver por televisión. El fútbol se acercó por una vez a Vallecas, aunque lo hizo con ganas de guasa. Cuando mandó y se emborrachó de ocasiones el Zaragoza, le concedió el gol al Rayo. Y cuando fue el conjunto local el que tomó las riendas y se hartó de oportunidades, le dio el gol al visitante. Las cosas de este deporte.Porque la primera mitad fue propiedad del Zaragoza. Le quitó la pelota al Rayo y buscó su portería de todas las maneras. Dan¡ trabajó a destajo y volvió loca a la defensa franjirroja, que no supo además como parar las apariciones por sorpresa en su área de Gustavo Poyet. El Zaragoza, sin embargo, careció de pegada y de fortuna. Contreras, el larguero y la falta de puntería se encargaron de prohibirle el gol. En la otra punta del campo, Andrijasevic, en una de las pocas veces que el Rayo acertó a sacarse el balón de su campo, se encontró vía libre para marcar.

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La segunda parte perteneció al Rayo, que cambió el panorama simplemente con adelantar 20 metros todas sus líneas. El Zaragoza bajó los brazos, tal vez desesperado por lo sucedido antes del descanso, pero misteriosamente se encontró el gol que tanto se le había negado antes en un despeje a la desesperada. El Rayo, que encontró en De Quintana y sus voleas, como hace siete días, a su mejor artillero, no marcó. Lo mereció, pero se estrelló contra Juanmi y los palos.

Al final, el empate, aunque a su manera, hizo justicia. Y dejó al Rayo por tercer encuentro consecutivo sin ganar en casa. Y al Zaragoza, en una racha peor: no conoce la victoria desde la segunda jornada.

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