A los pies de los más dandis

Los daneses The Axel Boys Quartet ponen elegancia a la noche del ligue telefónico

"Hola, llevo vaqueros y un jersey, estoy en la mesa 40 y me encantaría que os acercarais para invitaros a una copa", se comunicaba por teléfono un muchacho con dos jovenes de la mesa 26. Era la novedad, hacer amigos a través de los elegantes teléfonos colocados en las mesas de la recién inaugurada sala Amadís, en los bajos de los cines Luchana. Y de fondo, el grupo más dandi del momento, The Axel Boys Quartet, presentaba en Madrid, su flamante disco Everybody else, pero, al parecer, eso poco importaba. Los asistentes a la fiesta Dub-i-dub, que la noche del miércoles tenía como ob...

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"Hola, llevo vaqueros y un jersey, estoy en la mesa 40 y me encantaría que os acercarais para invitaros a una copa", se comunicaba por teléfono un muchacho con dos jovenes de la mesa 26. Era la novedad, hacer amigos a través de los elegantes teléfonos colocados en las mesas de la recién inaugurada sala Amadís, en los bajos de los cines Luchana. Y de fondo, el grupo más dandi del momento, The Axel Boys Quartet, presentaba en Madrid, su flamante disco Everybody else, pero, al parecer, eso poco importaba. Los asistentes a la fiesta Dub-i-dub, que la noche del miércoles tenía como objeto dar a conocer en directo a este grupo danés creador de la canción que daba nombre a la fiesta y abanderado de la lounge music (la elegante música ambiental tan de moda por la reivindicación que de ella hace Tarantino en sus películas y esa estética de anuncio de Martini), se entretenían más haciendo uso de los teléfonos que degustando las sofisticadas y glamourosas melodías del que llaman el cuarteto fabuloso.

Y es que ya lo advirtió El Gran Wyoming cuando presentó al grupo: "La música de Axel Boys Quartet nos soluciona una estrategia de expresión corporal. Su ritmo permite evoluciones y cabriolas con total libertad sin cometer suicidio social". Así que, previo requerimiento telefónico, las parejas recién formadas se lanzaron a la pista desprovistas de todo prejuicio para evolucionar sobre ella con los más insospechados movimientos. Todo valía. La exuberancia musical de los daneses, acrecentada por las dos bellezas nórdicas que les hacían los coros, predispuso al personal al baile frenético y al ligue, como se escuchaba en las conversaciones telefónicas subidas de tono.

Jóvenes y no tanto, mucha gente de corbata y famosos como Jeanette, Navajita Plateá o Rafi. Camino observaban cómo se hacía uso de los teléfonos, algo que en Madrid, aunque ya lo han puesto en otras salas hace tiempo, suena aún a novedad. Y el contraste a la frivolidad reinante, a los bailes de los carrozones en la pista, al ir y venir de chicas y chicos de una mesa a otra, lo ponían las inmensas pantallas de vídeo que retransmitían en silencio el partido del Atlético contra el Steaua en la Liga de Campeones, o más tarde las lágrimas de una anciana que lloraba en Sorpresa, sorpresa.

"Me habían dicho que iba a haber un striptease, pero nada, y el rollo de los teléfonos tampoco ha salido bien", reconocía, frustrada, Lucía, una barcelonesa que trabaja en Madrid y que salió con una amiga madrileña "dispuestas a todo". Quizá no vieron la actuación de Angel Ríos y La Picolíssima Orquesta, el grupo estable de la sala. Angel, un remedo en casero y cutre de Elvis, insinuó un desnudo zafio en el que dejó ver un ajustado y poco elegante slip tras vacilar un poco con su bragueta.

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Sala Amadís. Calle Covarrubias, número 42. Transporte: metro Bilbao. Todos los días a partir de las 21.30.

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