Una sonrisa blanca

El jugador del Real Madrid Redondo visita en el hospital al niño herido en Biescas

Alguien avisó a Borja Torres Guillermo, de 10 años, uno de los niños heridos en la riada de Biescas (Huesca), de que recibiría una visita muy especial: la del jugador del Real Madrid Fernando Redondo. Desde mediodía de ayer Borja aguardaba, un tanto nervioso, en su habitación del hospital infantil Gregorio Marañón, la llegada de su ídolo.Pero antes, los doctores que le atienden y le miman desde hace varios días, Peláez y Durántez, le tenían preparada otra sorpresa: cambiarle el pijama por el traje completo del equipo merengue. Los médicos no pasaron por alto ningún detalle y la camiseta...

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Alguien avisó a Borja Torres Guillermo, de 10 años, uno de los niños heridos en la riada de Biescas (Huesca), de que recibiría una visita muy especial: la del jugador del Real Madrid Fernando Redondo. Desde mediodía de ayer Borja aguardaba, un tanto nervioso, en su habitación del hospital infantil Gregorio Marañón, la llegada de su ídolo.Pero antes, los doctores que le atienden y le miman desde hace varios días, Peláez y Durántez, le tenían preparada otra sorpresa: cambiarle el pijama por el traje completo del equipo merengue. Los médicos no pasaron por alto ningún detalle y la camiseta llevaba el número 6 en la espalda, el mismo que luce sobre el campo su jugador preferido, Mijatovic. A Borja se le pintó una amplia sonrisa en la cara. Era la primera desde que, el pasado día 7, la riada de Biescas se llevara la vida de su madre y de su hermana.

En la habitación, la abuela materna miraba la escena y se emocionaba en silencio. "Qué guapo está con el uniforme. Le encanta el fútbol, es un forofo del Madrid", comentaba la mujer en voz muy baja.

Sentado en una silla, seriecito y muy formalito, Borja esperó al futbolista. La idea partió del delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, que se interesó por el estado del niño y de su padre, ingresado también en el mismo centro. Los médicos le informaron de la gran afición del pequeño.

El reloj de Borja, también con el escudo madridista, marcaba las dos de la tarde cuando el centrocampista entraba en la. habitación. Por unos segundos, al niño se le cortó la respiración, y un par de lágrimas se escaparon rostro abajo. No podía creer lo que contará a los amigos de su barrio de Móstoles en cuanto le den el alta: que Redondo le había regalado una de sus camisetas y le había entregado un balón con las firmas estampadas de todos los futbolistas del equipo blanco. Borja estaba feliz, miraba con la sonrisa contenida al jugador, a quien enseguida soltó la espina que lleva clavada ahora todo seguidor madridista: "El año que viene tenemos que ganar la Liga y la Copa del Rey, con eso soy feliz. A mí este año, como madrileño, me ha gustado que ganara el Atlético de Madrid, pero le tengo mucha manía, así que tenemos que ganar porque los fichajes de ahora son muy buenos", pedía el niño. Y Redondo le prometió el triunfo. El chaval siguió contándole que casi todos los niños de su bloque son madridistas, "Y los de mi clase, menos dos que son del Atlético, pero son majos".

La abuela seguía emocionada, las enfermeras y los médicos, también. Borja comentó que, a pesar de ser forofo, nunca había pisado el Santiago Bernabéu y que le gustaría ser socio del equipo. El jugador le invitó a presenciar un partido de fútbol de la próxima Liga. Pero antes de terminar el niño, que no olvida a los suyos, le pidió un último favor: una fotografía dedicada para su amigo César.

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