El hombre que salvó los Juegos

En 19,32 segundos se borraron las desgracias

Nadie se siente más agradecido con Michael Johnson que Billy Payne, el atribulado presidente del Comité Organizador cielos Juegos de Atlanta. Durante dos semanas ha experimentado un calvario. Para un hombre que ha sufrido tres infartos de corazón, el peso de los problemas ha sido terrible. A las críticas generalizadas por las deficiencias en el transporte, al caos generado en el sistema informático, a las carencias de la ciudad para soportar un acontecimiento de esta magnitud, se añadió la muerte de dos personas. La competición, que había porporcionado momentos excelentes, no había logrado ocu...

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Nadie se siente más agradecido con Michael Johnson que Billy Payne, el atribulado presidente del Comité Organizador cielos Juegos de Atlanta. Durante dos semanas ha experimentado un calvario. Para un hombre que ha sufrido tres infartos de corazón, el peso de los problemas ha sido terrible. A las críticas generalizadas por las deficiencias en el transporte, al caos generado en el sistema informático, a las carencias de la ciudad para soportar un acontecimiento de esta magnitud, se añadió la muerte de dos personas. La competición, que había porporcionado momentos excelentes, no había logrado ocultar la atmósfera depresiva. Hasta que llegó Michael Johnson para salvar a Billy Payne y los Juegos.En ocasiones excepcionales, el valor de una hazaña deportiva es más memorable que todas las desgracias que se producen a su alrededor. Los Juegos de Atlanta se recordarán por el récord de Michael Johnson, una marca tan impresionante que recuerda a otra inolvidable: el récord de Beamon. En 1968, los Juegos de México comenzaron en un clima de enfrentamiento civil. Varios estudiantes murieron en la matanza de la plaza de las Tres Culturas.

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La violencia callejera puso en peligro la celebración de los Juegos. Pero hoy, los Juegos de México son los Juegos de Beamon y del 8,90, de un salto que apenas duró dos segundos, pero permaneció en la memoria durante 23 años, hasta que llegó Powell. En esta ocasión se necesitaba un poco más de tiempo para hacer olvidar todas las calamidades que se han padecido en Atlanta. 19,32 segundos, concretamente.

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