Tribuna:TOUR 96

Kilómetros navarros

Como todos, o casi todos, a llegar. La etapa de ayer, la última contrarreloj larga del Tour, no tenía otro sentido que llegar. Simplemente llegar. No puede ser de otra manera cuando todo el papel está prácticamente vendido. Porque, además, estamos hablando de una etapa larga, larga, larga... Muy larga y muy dura para las alturas del Tour a las que estamos. Y para colmo, mucho calor. Un horno. Parecía que no pasaban los kilómetros. Todo eran continuos repechos. Y al final, y como resumen, toda la jornada dando el aire de cara. Siempre molestando. Y eso que decían que era del oeste y, por...

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Como todos, o casi todos, a llegar. La etapa de ayer, la última contrarreloj larga del Tour, no tenía otro sentido que llegar. Simplemente llegar. No puede ser de otra manera cuando todo el papel está prácticamente vendido. Porque, además, estamos hablando de una etapa larga, larga, larga... Muy larga y muy dura para las alturas del Tour a las que estamos. Y para colmo, mucho calor. Un horno. Parecía que no pasaban los kilómetros. Todo eran continuos repechos. Y al final, y como resumen, toda la jornada dando el aire de cara. Siempre molestando. Y eso que decían que era del oeste y, por lo tanto, favorable. Menuda etapita. Un castigo sin recompensa.Sólo pensaba en llegar como fuera a la meta. Y más con la crisis que he tenido. Me pasaba todo Dios. Me ha pasado Lelli, me ha doblado Guerini y luego Zülle, y menos mal que entonces sólo faltaban cinco kilómetros para llegar al final. Cada vez se me hacían más largos. Eran kilómetros navarros. Dicen que allí, como tenemos fama de brutos, el kilómetro tiene más de mil metros.

La etapa contrarreloj, en realidad, la disputamos todos. Pero se ve que no tenemos la misma capacidad de sufrimiento que dispondríamos si nos jugáramos algo. La marcha se me ha hecho agónica. Me ha salido a la superficie todo el cansancio acumulado de tanto Tour. Miraba el pulsómeto y casi le gritaba: "venga sube", pero nada. No tenía ganas de revolucionarse.

Al principio fue peor todavía. Eso de tomar la salida y desde ese momento no ver delante más que carretera se me hizo demasiado duro, muy duro. Luego me dobló uno y respiré un poco. Te viene bien tener una referencia delante para motivarte durante unos kilómetros. Para picarte a distancia.

Y de vez en cuando, el ánimo o desánimo del director en el coche. "Hale, hale", te dicen; "hale, que vas bien". Y tú te lo piensas: "Pero qué voy a ir bien, hombre, no ves que voy cuadrado". La verdad es que ellos también se aburren siguiéndonos a unos y otros, casi durante hora y media, a 45 por hora. Otra agonía. La malpasan oyendo por radio las referencias de los otros.

200 metros más allá de la meta, el autobús un poco fresquito. Litros de agua y un par de yogurts. He llegado seco al autobús, escupiendo sangre porque llevo unos días con la garganta mal. Una sed... Sólo nos queda llegar a París desde Burdeos. Será la última etapa, la más larga, pero la más rápida. Iremos en el TGV (tren de alta velocidad). A 300 por hora.Y después, nada más llegar a la meta, ya tendré el carné de ciclista. Casi nada.

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