La tortilla

Estar o no estar, en la coyuntura que nos afecta, consiste en darle la vuelta a la tortilla. Darle la vuelta a la tortilla no es tan fácil como lo del huevo de Colón; una tortilla tiene clara y yema, y la cosa es más puñetera, incluso algo metafísica. Se le puede dar la vuelta a, la tortilla en plan profesional, esto es: muy derecho con la sartén asida por el mango, mira uno: al cielo, aunque no crea en Dios, ejecuta una suerte de aspaviento vertical izando la sartén a velocidad supersonica pero sin dejar de domesticarla e imprimiéndole un leve atisbo de vuelco que hará que la tortilla se desp...

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Estar o no estar, en la coyuntura que nos afecta, consiste en darle la vuelta a la tortilla. Darle la vuelta a la tortilla no es tan fácil como lo del huevo de Colón; una tortilla tiene clara y yema, y la cosa es más puñetera, incluso algo metafísica. Se le puede dar la vuelta a, la tortilla en plan profesional, esto es: muy derecho con la sartén asida por el mango, mira uno: al cielo, aunque no crea en Dios, ejecuta una suerte de aspaviento vertical izando la sartén a velocidad supersonica pero sin dejar de domesticarla e imprimiéndole un leve atisbo de vuelco que hará que la tortilla se despegue del culo de la sartén y gracias al atisbo referido gire por los aires como un disco volante hasta aterrizar de nuevo en la sartén. Otro modo de darle la vuelta a la tortilla es un tanto paleto: se coloca un plato con el culo al aire sobre la sartén y con una mano se afirma el referido culo del plato sobre el borde de la sartén, se voltea el todo y, quizá, se ha dado la vuelta a la tortilla. Método vejatorio: con una o dos paletas de cocina se ataca sin miramientos al cimiento de la tortilla raspando la sartén y, aunque sea a tiros, se le da la vuelta a la tortilla. Luego queda Induráin.

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