Cartas al director

No hubo sangre

"Los ojos claros del australiano brillaban con instinto asesino, su rotunda mandíbula anunciaba determinación, sus colmillos de tiburón se afilaron con anticipación y deseo: se tragó al inglés de un bocado". Este párrafo no está sacado de una novela de terror ni del guión de una película de acción, sino de un artículo publicado en EL PAÍS el pasado día 15 de abril dando cuenta de la tercera ronda del Masters de Augusta de golf, que es uno de los deportes más pacíficos que se practican en la actualidad. Se trata de un ejemplo claro de la introducción gratuita de la violencia en la palabra escri...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

"Los ojos claros del australiano brillaban con instinto asesino, su rotunda mandíbula anunciaba determinación, sus colmillos de tiburón se afilaron con anticipación y deseo: se tragó al inglés de un bocado". Este párrafo no está sacado de una novela de terror ni del guión de una película de acción, sino de un artículo publicado en EL PAÍS el pasado día 15 de abril dando cuenta de la tercera ronda del Masters de Augusta de golf, que es uno de los deportes más pacíficos que se practican en la actualidad. Se trata de un ejemplo claro de la introducción gratuita de la violencia en la palabra escrita, a lo que, desgraciadamente, ya hemos empezado a acostumbrarnos. En cualquier caso, el periodista se equivocó en su vaticinio, porque al día siguiente el inglés se "engulló" al australiano y se abrazaron cordialmente. No hubo sangre.-

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En