BODA CIBERNÉTICA

Amor cibernético, besos virtuales y boda a través de Internet. Éste ha sido el plan de un agente inmobiliario romano de 43 años, Guido Pompilj, y una estilista china de 32, Masa Ma, que intenta abrirse camino en una escuela de moda de Nueva York. El lugar de la celebración, un piso 64 del City Spire, en Manhattan, y los llantos de familiares y amigos en conexión directa por el ciberespacio desde Tivoli, Roma y la ciudad china de Shenyang. La celebrante, una maestra de una secta agnóstica neoyorquina bastante tiesa, según cuentan las crónicas, se puso, al parecer, asaz nerviosa co...

Amor cibernético, besos virtuales y boda a través de Internet. Éste ha sido el plan de un agente inmobiliario romano de 43 años, Guido Pompilj, y una estilista china de 32, Masa Ma, que intenta abrirse camino en una escuela de moda de Nueva York. El lugar de la celebración, un piso 64 del City Spire, en Manhattan, y los llantos de familiares y amigos en conexión directa por el ciberespacio desde Tivoli, Roma y la ciudad china de Shenyang. La celebrante, una maestra de una secta agnóstica neoyorquina bastante tiesa, según cuentan las crónicas, se puso, al parecer, asaz nerviosa con las interrupciones de la parentela de los contrayentes, que preguntaba si estaba la línea abierta y les llenaba de lágrimas a distancia y parabienes intercontinentales, mientras se supone que lanzaba arroz sobre sus respectivos ordenadores. Guido Pompilj ha revelado que su suegro es comunista total y confuciano militante y que, no obstante, brindó desde su pueblo a los sones del himno nacional chino y de la Marsellesa, sin que se sepa qué tiene que ver esta última en la fiesta, excepto por su cariz revolucionario. Los italianos, desde Tivoli, aportaron el aria de la Traviata que llama a alzar las copas. Un matrimonio muy íntimo, a juzgar por los 40 millones de personas que acceden al universo virtual. Pero. eso no preocupó a los cónyuges de alta tecnología, que no se habrán casado por la Iglesia, pero sí en una ceremonia urbi et orbi.-