BALONCESTO FINAL A CUATRO

La final imaginaria de Salva Díez

Su carné de identidad no dice que Salva Díez es uno de esos afortunados a los que el destino permitió alcanzar el último tren. Por tanto, es de esos hombres que no tienen miedo a perder ni miedo a ganar. Y como su destino le ha recompensado, no es extraño que haya vivido en sueños la final de la Liga Europea. Naturalmente, ha recreado en su cerebro la victoria y la derrota. Puede decirse que estaba preparado para disfrutar del éxito o para digerir el fracaso."Ha habido noches que me he despertado en sueños con la final. Siempre he soñado que se trataba de un partido igualado. Que llegábamos al...

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Su carné de identidad no dice que Salva Díez es uno de esos afortunados a los que el destino permitió alcanzar el último tren. Por tanto, es de esos hombres que no tienen miedo a perder ni miedo a ganar. Y como su destino le ha recompensado, no es extraño que haya vivido en sueños la final de la Liga Europea. Naturalmente, ha recreado en su cerebro la victoria y la derrota. Puede decirse que estaba preparado para disfrutar del éxito o para digerir el fracaso."Ha habido noches que me he despertado en sueños con la final. Siempre he soñado que se trataba de un partido igualado. Que llegábamos al final con el marcador en empate. Entonces, he llegado a imaginar dos situaciones, dos opciones. En una se produce un robo de balón, que trae consigo un contraataque y una canasta de un segundo jugador. En la otra situación, he soñado con unos tiros libres en el último segundo. Luego me veo levantando la Copa".

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Salva Díez no tiene reparos en admitir que, en sus sueños, quien roba el balón en el primer supuesto es él, pero no es quien mete la canasta, por lo que su generosidad no presenta duda alguna. Sí es cierto que, en el segundo sueño, es el propio Salva Díez el responsable de lanzar los dos últimos tiros libres del partido. Y los mete.

Salva Díez, riojano en ejercicio, ejerce de fontanero en el Barcelona. Su especialidad parecen ser las reparaciones de urgencia. Es un hombre al que se le emplea para cambiar el ritmo de un partido. Y generalmente cuando las cosas no van demasiado bien. "No soy un superhéroe americano, ¿eh? No sé si es el papel que me va, pero lo acepto. Soy agresivo defendiendo y atacando: si tengo que tirar un triple, lo hago. Me conocen bien todos". En su currículo consta que tiene 33 años, que estudió Económicas, que está casado y tiene dos niñas, y que como base ha jugado en el Tizona de Burgos, en el Cajacanarias, en el Pamesa de Valencia y ahora en el Barcelona. No dice nada (no es un dato estadístico) sobre lo que le sucedió hace tres años cuando, sin contrato tras dejar el Pamesa, se le presentaron dos ofertas: jugar en el Murcia o aceptar una prueba durante un mes con el Barcelona. La prueba, le ha llevado a esta final, final que ha soñado con ganar y con perder. Lógico en un hombre que ha hecho trayectos de ida y vuelta en el baloncesto español.

En ocasiones, sus sueños sobre la final no terminaban. Mala señal. Era la derrota. Quedaban interrumpidos en una de las últimas jugadas. Quizás el balón que robó no sirvió de nada, quizás cuando se cierra el telón imaginario en la línea de tiros libres es para no ver con claridad cómo los falla. Sobre la final, tenía la presunción de que los hombres clave no iban a ser las estrellas en boca de los especialistas. Fuera cual fuese el resultado, daba lo mismo: hace tres años, Salva Díez iba camino de Murcia, a pelear en los suburbios del baloncesto nacional. Ahora puede soñar con ganar una Liga Europea con el Barcelona, De muchas maneras, ha hecho realidad sus sueños: tomar el último tren le había permitido levantar una Copa del Rey y obtener una Liga. Eso, antes de poder soñar (y quedarse en vela alguna noche) con ganar una Liga Europea.

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