Tribuna

El Leganés visita el cielo

Salió de las catacumbas por culpa de un retorcido milagro, aquél que mantuvo a Celta y Sevilla en Primera división. Era el Leganés un equipo de Segunda B. Y lo era con todos los honores, como corresponde a un conjunto de aspecto gris y de pálido fútbol. Pero los' despachos le devolvieron a la categoría perdida. Y se encontró de nuevo en Segunda, apenas acompañado de su pobreza y de su convencimiento de que cualquier tiempo pasado fue peor.Mandó el Leganés a Duque, Luis Ángel, el máximo responsable del espectacular descenso, como lo fue antes del espectacular ascenso, a subirse a vallas bien di...

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Salió de las catacumbas por culpa de un retorcido milagro, aquél que mantuvo a Celta y Sevilla en Primera división. Era el Leganés un equipo de Segunda B. Y lo era con todos los honores, como corresponde a un conjunto de aspecto gris y de pálido fútbol. Pero los' despachos le devolvieron a la categoría perdida. Y se encontró de nuevo en Segunda, apenas acompañado de su pobreza y de su convencimiento de que cualquier tiempo pasado fue peor.Mandó el Leganés a Duque, Luis Ángel, el máximo responsable del espectacular descenso, como lo fue antes del espectacular ascenso, a subirse a vallas bien distintas a las del Municipal, esas en las que solía dar rienda suelta a su alborozo. Y fichó a otro Duque, Luis Sánchez, hombre sin duda de mayor sosiego y de menor cariño a la escalada.

Si hoy acabara la Liga, ese Leganés al que la burocracia sacó de un vagón con destino al cementerio jugaría la promoción de ascenso, mientras 178.000 personas, los habitantes de la ciudad madrileña, se frotarían los ojos con fruición, incrédulos ante una situación con aspecto de chiste.Pero no es broma. Ayer el Leganés encadenó su octavo partido consecutivo sin conocer la derrota. Un gol de Javi López, uno de esos futbolistas cuya pierna izquierda está enamorada del balón, propició su triunfo en Toledo, allí donde hacer un gol se antoja tarea de héroes.

Y mientras el Leganés engorda de felicidad, otros adelgazan que da gusto. EI Lleida, por ejemplo. Cualquier mirada al pasado más reciente llenaría de lágrimas su estadio. La directiva, harta de seguir con su inesperado ejercicio de paciencia, decidió el sábado enseñarle la puerta a, Antonio López, su técnico.

Con él ya son siete los entrenadores que se han ido al banquillo del paro. Son, quizá,. demasiadas víctimas, demasiados caidos por expectativas no cumplidas. Cierto es que el Lleida mueve un pie y se la pega, rozando como está las posiciones de descenso. Pero la realidad indica que el Extremadura, su rival del sábado, es un grande de la categoría, por mucho que le falten historia, dinero y plata en sus vitrinas.

La jornada dejó detalles de buen gusto, como el empeño de Morales en batir récords, lleva 6 goles en cinco partidos. Y dejó polémica. Ocurrió en en el duelo entre el Madrid y el Barça. La versión azulgrana dice que el árbitro, no contento con expulsar a dos jugadores, decidío no sacarle la roja a un tercero, Rufete. A cambio, le llamó hijo de puta.

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