Entrevista:

"París ha calcado de Madrid la asistencia letrada al detenido"

Luis Martí Mingarro tiene 58 años. Nacido ocasionalmente en Jaén en plena guerra civil, fue criado en Madrid y se considera madrileño por los cuatro costados. Al cumplir los diecinueve ya era licenciado, en Derecho. Se hizo Técnico de Administración Civil y luego catedrático de Hacienda Pública. Pasó a desempeñar la abogacía, su verdadera pasión, en cuyo ejercicio ha empleado 37 años "los mejores de mi vida", reconoce. Ha defendido miles de pleitos y aún se conmueve al recordar cómo, hace tres décadas, bajo la dictadura de Franco, ganó un recurso en el que se reconocía el principio de igualdad...

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Luis Martí Mingarro tiene 58 años. Nacido ocasionalmente en Jaén en plena guerra civil, fue criado en Madrid y se considera madrileño por los cuatro costados. Al cumplir los diecinueve ya era licenciado, en Derecho. Se hizo Técnico de Administración Civil y luego catedrático de Hacienda Pública. Pasó a desempeñar la abogacía, su verdadera pasión, en cuyo ejercicio ha empleado 37 años "los mejores de mi vida", reconoce. Ha defendido miles de pleitos y aún se conmueve al recordar cómo, hace tres décadas, bajo la dictadura de Franco, ganó un recurso en el que se reconocía el principio de igualdad en un régimen constitucional. Casado con una salmantina, padre de cuatro hijos -"quizá tres abogados"- es un hombre acostumbrado a convencer para vencer: emplea el verbo preciso, la manera cortés y la argumentación fundada. Son las armas que usa para regir el Colegio de Abogdos de Madrid, 24.000 ejercientes y 12.000 no ejercientes, 130 empleados, una de las instituciones más importantes de cuantas vertebran la sociedad civil madrileña.P. ¿Qué vínculos unen al Colegio de Abogados y la ciudad de Madrid?

R. Vínculos muy profundos. El colegio es una corporación que agrupa a los abogados que de generación en generación han defendido a los madrileños frente a los poderes públicos y a los madrileños entre sí.

P. ¿Cómo es el abogado madrileño?

R. Muy luchador y también muy avanzado.

P. ¿Progresista?

R. Avanzado.

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P. ¿A qué razón obedece este vanguardismo?

R. Al hecho de que Madrid albergó siempre el Tribunal Supremo, los Reales Colegios, las principales instituciones judiciales y políticas del país, en las que había que litigar. También fue capital del mundo.

P. Decano, ¿no retrocede muy atrás?

R. Al siglo XVII.

P. ¿Qué influencia tiene y tuvo, el Colegio madrileño en la vertebración de la sociedad civil madrileña?

P. Enorme. En julio cumpliremos 400 años. Aquí tiene (señala varios cuadros a su espalda) al liberal Canalejas, al conservador De la Cierva, a Dato, a Manuel Azaña, la historia civil de España pasó siempre por aquí.

P. ¿Y en el extranjero?

R. El Colegio de Abogados de Lima, fundado hace dos siglos, fue copiado del de Madrid, al igual que el de México, surgido en 1760.

P. ¿Y hoy?

R. Desde antes de entrar en vigor la Constitución de 1978, Madrid cuenta, gracias al Colegio de Abogados, con un sistema de asistencia letrada, al detenido. Hace bien poco ha sido imitado, prácticamente calcado, por la ciudad de París. Es una buena razón para el orgullo.

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