Cartas al director

Recurso al pataleo

Nunca lo hubiera creído, pero tengo que reconocer que el señor Álvarez Cascos me ha hecho sonreír. Ha sido al leer la carta que dirigió a este periódico el 19 de octubre. No tanto por el contenido de la misma, que también; pero sobre todo porque me recordó un chiste de Gila publicado hace ya tiempo en la desaparecida revista Hermano Lobo. En una viñeta aparecían dos personajes típicos del autor. Uno de ellos hendía un cuchillo repetidamente en el cuerpo del otro, que ya tenía más agujeros que un colador. El bocadillo del agresor rezaba lo siguiente: "O dejas de llamarme asesi...

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Nunca lo hubiera creído, pero tengo que reconocer que el señor Álvarez Cascos me ha hecho sonreír. Ha sido al leer la carta que dirigió a este periódico el 19 de octubre. No tanto por el contenido de la misma, que también; pero sobre todo porque me recordó un chiste de Gila publicado hace ya tiempo en la desaparecida revista Hermano Lobo. En una viñeta aparecían dos personajes típicos del autor. Uno de ellos hendía un cuchillo repetidamente en el cuerpo del otro, que ya tenía más agujeros que un colador. El bocadillo del agresor rezaba lo siguiente: "O dejas de llamarme asesino o te mato".Por otra parte, no parece que las declaraciones del señor Álvarez Cascos sean tan confusas como para tener que hacer un sesudo ejercicio de interpretación. Si yo leo: "... y el sudor recorría sus cuerpos tendidos al sol sobre la fina arena", puedo sacar dos seguras conclusiones: que, hacía calor y que estaban en la playa. Y, sin embargo, ya ve usted, no aparece ninguna de esas dos palabras en tan corto y simple texto.-

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