La declaración de un 'gal' en 1988 guía a Garzón en el acoso a Rodríguez Galindo

JOSÉ YOLDI El juez Baltasar Garzón ha tomado la declaración que el gal Daniel Fenández Aceña le realizó en junio de 1988 sobre sus contactos en la banda terrorista como guía para iniciar el acoso al general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo y al presunto cerebro de un grupo de los GAL, el industrial irunés Victor Manuel Navascués Gil. Así se desprende de las dos resoluciones adoptadas por el magistrado en la causa por el asesinato del prófugo Juan Carlos García Goena a manos de un comando de los GAL, en la última acción criminal reivindicada por el grupo.

La citación de Aceñ...

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JOSÉ YOLDI El juez Baltasar Garzón ha tomado la declaración que el gal Daniel Fenández Aceña le realizó en junio de 1988 sobre sus contactos en la banda terrorista como guía para iniciar el acoso al general de la Guardia Civil Enrique Rodríguez Galindo y al presunto cerebro de un grupo de los GAL, el industrial irunés Victor Manuel Navascués Gil. Así se desprende de las dos resoluciones adoptadas por el magistrado en la causa por el asesinato del prófugo Juan Carlos García Goena a manos de un comando de los GAL, en la última acción criminal reivindicada por el grupo.

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La citación de Aceña, condenado a 29 años de prisión por el asesinato del ferroviario, francés Jean Pierre Leiba, tiene por objeto que ratifique una declaración que cuando fue prestada, 27 de junio de 1988, ofrecía escasa credibilidad. Ahora, a la vista de las delaraciones de otros implicados en el caso GAL, como Ricardo García Damborenea, o el coronel Juan Alberto Perote en el caso Monbar, adquiere otro cariz.Aceña dijo en aquella ocasión que en junio de 1983 Navascués le informó que sus jefes o mandos le habían indicado que ya era tiempo de golpear a ETA y que ello consistía en matar a los miembros de la organización en Francia o secuestrarles y traerles a España.

El industrial le propuso que su actividad no se limitase a facilitar información sobre miembros de ETA, como venía haciendo desde octubre de 1982, sino que participase en ese otro tipo de operaciones para lo que debía buscar a las personas que después pudiesen intervenir en los alentados. Hasta entonces las informaciones que pasaba a Navascués eran para la policía o para el teniente coronel de la Guardia Civil jefe de la comandancia de Intxaurrondo, el hoy general Rodríguez Galindo, con el que el industrial Navascués mantenía una excelente relación.

Densa declaración

Aquella, declaración -15 densos folios a un espacio- se producía en un momento especial. Fernández Aceña acababa de conocer que el Tribunal Supremo había confirmado la pena de 29 años impuesta por la Audiencia Nacional para él y para Mariano Moraleda Muñoz por el asesinato de Leiba.

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Decía que actuaba movido por afán de colaboración con la justicia en busca de la reinserción social, aunque el móvil más probable era el rencor, puesto que el presunto cerebro del grupo, la persona que le reclutó y que le pagaba, según Aceña, el industrial Victor Manuel Navascués, había salido absuelto por falta de pruebas. Además el abogado de Aceña no era otro que el polémico José Emilio Rodríguez Menéndez, cuya trayectoria en los juzgados de Madrid y Bilbao era bien conocida por su empleo de métodos y estrategias poco ortodoxas.

La declaración de Aceña se producía dos semanas antes de que los ex policías José Amedo y Michel Domínguez ingresaran en prisión y cuando nadie imaginaba siquiera que finalmente serían condenados a 108 años de cárcel cada uno, y menos que cumplirían seis en prision.

Aceña dijo que había comentado sus contactos con Navascués con el jefe de la Brigada de Información de Irún, al que conocía por el apodo Kunta y del que mencionó que estuvo involucrado en el atentado del Bar Hendayais. Kunta, según la declaración, le llegó a decir que conocía a Navascués y a su gente y que hiciera el favor de no meterse en cuestiones de sangre. No obstante, el comisario jefe de Irún, Ricardo Ruiz Coll, le ordenó que siguiera con el tema para ver hasta donde llegaban, porque en un principio no se tomaron en serio que fuese a haber atentados, aunque posteriormente sí lo asumieron.

Poco tiempo después, según Aceña, Navascués, le presentó a un guardia civil llamado Andrés, que prestaba servicio en la frontera. A partir de aquel momento, Andrés seria su enlace. En octubre de 1983, Andrés le llamó por teléfono a su domicilio para explicarle que se iban a entrevistar con él dos personas procedentes de Madrid.

El encuentro se produjo y Andrés bajó del automóvil, mientras los otros dos le pedían información de los dirigentes de ETA Txikierdi (Juan Lorenzo Lasa Mitxelena), Antxon (Eugenio Etxebeste) y Artapalo (Francisco Múgica Arregui). La localización que le solicitaban respecto a cada uno no era el lugar de trabajo o residencia, sino algún punto donde se les pudiera encontrar, por lo que Aceña les preguntó si eso se debía a que tenían pensado hacer algo contra ellos. Los dos individuos de Madrid le replicaron que era posible.

Sus dos interlocutores le indicaron también que era imprescidible fotografiar a personas vinculadas a ETA, para lo que podía utilizar los servicios de José Luis García Anuarbe, al parecer colaborador del diario Egin. Garzón ha pedido ahora que se localicen todos los datos de Kunta, Andrés y García Anuarbe, además de otras personas mencionadas en la de claración de Aceña como el presunto gal, ya fallecido, Carlos Gastón y se precisen las circunstancias de su muerte.

Varios atentados.

Tras la reunión con los dos individuos de Madrid, a través de Andrés o de un sargento de la Guardia Civil cuyo nombre no quiso revelar, Aceña se puso en contacto con Mariano Moraleda, García Anuarbe y Vicente Fernández Fernández, y comenzaron a elaborar la información que les habían pedido.

Como consecuencia de la información que facilitairon se proyectaron varios atentados. Algunos se realizaron y otros no. Pero en cualquier caso, los etarras Ángel Gurmindo y Vicente Perurena fueron asesinados y también Eugenio Gutiérrez Salazar, Tigre. En ocasiones el grupo negociaba con la información y la vendía unas veces a la policía y otras a la Guardia Civil.

Aceña mencionó también a Francisco Álvarez, ex jefe superior de policía de Bilbao y del Mando Unico de la Lucha Contraterrorisia, al que dice que identificaba con el alias Gálvarez y que le facilitó dos documentos de identidad falsos, uno con el apellido Uristechi y otro a nombre de Carlos Fonseca Villaverde.

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