Tribuna:FUTBOL INTERNACIONAL

El crepúsculo de los dioses

Un futbolista legendario, Uwe Seeler, acaba de tomar posesión a sus 58 años de la presidencia del equipo de toda su vida, el Hamburgo, penúltimo en estos momentos en la clasificación de la Bundesliga, con sólo tres partidos ganados de los últimos 26 disputados. Otra leyenda del fútbol alemán, Franz Beckembauer, con 50 años recién cumplidos, ejerce la presidencia del Bayern Múnich desde hace un año, cuando le eligieron por unanimidad. En Colonia, el cuarto por la cola en la actual Bundesliga, ya se oyen las voces de los que reclaman que el futbolista más emblemático de la historia del club, el ...

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Un futbolista legendario, Uwe Seeler, acaba de tomar posesión a sus 58 años de la presidencia del equipo de toda su vida, el Hamburgo, penúltimo en estos momentos en la clasificación de la Bundesliga, con sólo tres partidos ganados de los últimos 26 disputados. Otra leyenda del fútbol alemán, Franz Beckembauer, con 50 años recién cumplidos, ejerce la presidencia del Bayern Múnich desde hace un año, cuando le eligieron por unanimidad. En Colonia, el cuarto por la cola en la actual Bundesliga, ya se oyen las voces de los que reclaman que el futbolista más emblemático de la historia del club, el ya también cincuentón Wolfgang Overath, asuma la presidencia, para sacar al equipó de la ruina deportiva.El fútbol alemán siempre ha tratado de conservar una brizna de su carácter de puro deporte y todavía no ha entrado en la dinámica de las sociedades anónimas. Hinchas y asociados ejercen presión, para ver a los antiguos dioses de la pradera al frente de las entidades deportivas. La directiva del Hamburgo tuvo que abandonar casi por piernas las poltronas por la presión de los enfurecidos hinchas, que, empeñados en colocar a nuestro Uwe en la presidencia, llegaron incluso a amenazar con poner bombas en la sede del club. Durante muchos años el grito de guerra de los hinchas del Hamburgo e incluso de la selección alemana para animar al equipo era "¡Uuuu we, Uuuuve!". Aquel delantero gordito, que se rompía lo que hiciera falta en lucha contra la defensa adversaria, era el prototipo de los valores que el aficionado alemán deseaba ver desarrollados, tanto en la pradera como en la vida privada: lucha, honestidad y trabajo seno. Seeler es el prototipo del luchador, del que se arremanga la camisa y escupe las manos antes de salir al tajo. Todo lo que tiene el Kaiser Beckenabeuer de imperial, en Seeler es un aire de proletariado puro y duro. Como primera medida, Seeler despidió al entrenador fracasado y advirtió que el que no ponga toda la carne en el asador lo tendrá crudo en el futuro. Con Beckenbauer y Seeler, los dos equipos más representativos de Alemania, los únicos que han conseguido colocar su nombre en el palmarés; de la Copa de Europa, tienen en su presidencia a sus dos máximos ídolos. La experiencia de estos dos presidentes puede servir como modelo para afrontar en el futuro el crepúsculo de los dioses de los estadios. Antes resultaba normal que el futbolista al colgar las botas se pusiese el chándal para iniciar su carrera de entrenador. Ahora los antiguos dioses del estadio miran más alto y han puesto los pies en la presidencia. Como modelo para la tercera edad no está nada mal.

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