Tribuna:

Copla gitana

Cuando el ajedrecista se calla y medita mejora su posición, aseguraba el más gracioso de los campeones, Tartakóver. Cuando el jugador habla, puede, como el político, desbarrar y estos barros acarrean Iodos y desconcentración. Oyendo a ciertos ajedrecistas, como Kaspárov, transformados en tribunos, el aficionado se dice ¡cuánto ganarían callándose! Previene una copla gitana: "Díjole la lengua al suspiro: échate a buscar palabras que digan lo que yo digo". Nada tan hermoso a inefable como una perfecta partida de ajedrez. El filósofo y aficionado al "rey de los juegos" Ortega y Gasset sentenció: ...

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Cuando el ajedrecista se calla y medita mejora su posición, aseguraba el más gracioso de los campeones, Tartakóver. Cuando el jugador habla, puede, como el político, desbarrar y estos barros acarrean Iodos y desconcentración. Oyendo a ciertos ajedrecistas, como Kaspárov, transformados en tribunos, el aficionado se dice ¡cuánto ganarían callándose! Previene una copla gitana: "Díjole la lengua al suspiro: échate a buscar palabras que digan lo que yo digo". Nada tan hermoso a inefable como una perfecta partida de ajedrez. El filósofo y aficionado al "rey de los juegos" Ortega y Gasset sentenció: "Para hacer algo en serio, lo primero, callarse". Perdió una ocasión de callarse Kaspárov cuando dijo del brillante campeón indio Anand que "era sólo un jugador de café". También perdieron otra los constructores del Titanic cuando proclamaron que era el barco más seguro -sobre el mar. Días después de esta bravuconada, un 14 de abril (día que 20 años después sería la fiesta de la República española), el transatlántico naufragó con 1.532 pasajeros. Una empresa ha recuperado un sinfín de objetos del barco-ataúd. ¡Que no hay como un abismo de cerca de cuatro kilómetros de profundidad para conservar reliquias! Vajillas, maletas, correspondencia y juegos de ajedrez figuran en la ingenua exposición londinense. Como el naufragio del Titanic es un avatar de la mitología titanesca no nos extrañan las leyendas que ha suscitado. A lo mejor fue cierto que, en silencio, a dos jugadores de ajedrez les tragó el océano... enfrascados en su reflexión. Inconscientes, fueron regalando meditación a las olas.La decimoquinta partida concluyó escandalosamente con un nuevo empate. No hubo largas meditaciones entre las nubes que ataviaban el rascacielos. Una vez más, Kaspárov ofreció rápidamente las tablas al sexto jugador del mundo (Anand). Los aficionados decepcionados reclaman la presencia del joven prodigio siberiano Kamsky.

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