Olano piensa en el récord de la hora

El corredor sigue los pasos de la preparación de Rominger

Los dos subieron orgullosos al podio el miércoles, uno junto a otro en lo más alto. Los dos sólo se separan para entrenar. El resto de la concentración, Olano mirando a Induráin. "¿Qué? ¿le tocas mucho el culo?", le dice Delgado a Olano con un pelín de envidia. Pero es que los dos tienen cosas que contarse. No sólo en la contrarreloj soñada estuvieron pegaditos, puede que lo estén también, uno detrás de otro, en un velódromo atacando el récord de la hora. Induráin lo hará con casi total seguridad; Olano lo tiene en las piernas y se le ha metido en la cabeza. Entre los dos están creando el ...

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Los dos subieron orgullosos al podio el miércoles, uno junto a otro en lo más alto. Los dos sólo se separan para entrenar. El resto de la concentración, Olano mirando a Induráin. "¿Qué? ¿le tocas mucho el culo?", le dice Delgado a Olano con un pelín de envidia. Pero es que los dos tienen cosas que contarse. No sólo en la contrarreloj soñada estuvieron pegaditos, puede que lo estén también, uno detrás de otro, en un velódromo atacando el récord de la hora. Induráin lo hará con casi total seguridad; Olano lo tiene en las piernas y se le ha metido en la cabeza. Entre los dos están creando el otoño de oro del ciclismo español.Hace un año, Michele Ferrari, el preparador que ha acelerado hasta casi convertirla en un fogonazo, la evolución-explosión de Olano, le decía al guipuzcoano en Burdeos, cuando Olano enseñaba los rudimentos de la pista al Rominger que batía el récord de la hora: "Cuando el belga Pijnen fue a México a intentar batir el récord de Merckx, había a su lado un chavalillo que tenía bien abiertos los ojos para aprender; era Francesco Moser. Haz tú como él". Aquel día cambió la vida de Olano.

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Después de ganar la plata el miércoles, Olano no descansó, cogió la bicicleta y se fue a entrenar un par de horas. "Tiene que cumplir con el plan de entrenamientos de Ferrari", dice su entorno. Y cuando les preguntas ingenuamente que para qué, para el Mundial del domingo o para el récord de la hora, responden con una sonrisa de complicidad. Y todo suena a película conocida. Rominger se plantó en Burdeos hace un año oficialmente de improviso, atacó el récord de Induráin como al azar. Luego se supo que se había estado preparando todo el verano. Olano lleva el mismo camino. En la contrarreloj del miércoles, que duraba casi una hora, no bebió, bajó unos milímetros el manillar aerodinámico de su bicicleta, adelantó el sillín hasta el límite de lo permitido, los datos de su pulsómetro volaron hacia Italia, a su médico, inmediatamente: posturas y procedimiento de ensayo general cara al récord.

Olano no es Induráin, no tiene su potencia ni su clase, pero de cara a encerrarse en el velódromo cuenta con una serie de ventajas sobre el navarro: se ha hecho ciclista en una pista y a piñón fijo -un medio hostil para -Induráin-, tiene menos envergadura -mide 1,82 y pesa 70 kilos- y, por lo tanto, mejor aerodinamismo que el navarro, y lleva una temporada muy descargada de competición debido a las caídas y lesiones. Con menos potencia puede hacer la misma marca. Todo está preparado, pero la última palabra la tendrá Induráin. Si el navarro hace una marca espectacular, puede que Olano se lo piense mejor.

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