VUELTA 95

Jalabert culmina la Vuelta del ONCE

El alemán Wust logra en la Castellana su tercer triunfo

Ante el príncipe Felipe, el ministro francés de Deportes y 11.000 ciegos llegados de toda España, ocho corredores del ONCE, todo el equipo menos Alex Zülle que, iba despistado, cruzaron agarrados de la mano la última meta de la Vuelta, la del paseo de la Castellana en Madrid. Al director del equipo, Manolo Sáiz, le gusta recalcar el valor colectivo del conjunto y esa forma de festejar el triunfo final del francés Laurent Jalabert era una manera de decir que sin Mauri, Bruyneel, Stephens, Leanizbarrutia, Herminio, Rincón, Sierra y Zülle, nada. Era también una forma de hacer aun más explícito qu...

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Ante el príncipe Felipe, el ministro francés de Deportes y 11.000 ciegos llegados de toda España, ocho corredores del ONCE, todo el equipo menos Alex Zülle que, iba despistado, cruzaron agarrados de la mano la última meta de la Vuelta, la del paseo de la Castellana en Madrid. Al director del equipo, Manolo Sáiz, le gusta recalcar el valor colectivo del conjunto y esa forma de festejar el triunfo final del francés Laurent Jalabert era una manera de decir que sin Mauri, Bruyneel, Stephens, Leanizbarrutia, Herminio, Rincón, Sierra y Zülle, nada. Era también una forma de hacer aun más explícito que la edición de la Vuelta había sido la Vuelta del ONCE. Fue también una forma de que pasara casi inadvertido el triunfo en el sprint final del alemán Marcel Wust, su tercero en la ronda.Jalabert, ha ganado la Vuelta porque dentro de la lucha interna dentro del equipo de Sáiz por hacerse con el liderato fue el más inteligente, valiente y decidido. Cuando con la caída de Zamora quedaban eliminados Ugrumov y Zülle; cuando otra caída dejaba, fuera de combate a Riis en la contrarreloj de Salamanca, la unica pregunta que quedaba sin respuesta era quién del ONCE tomaría el cuchillo para apuntillar al solitario Olano. Jalabert no lo dudó ante la oportunidad histórica de Serranillos. Largándose dejó a sus compañeros con la tarea de frenar a Olano. Mauri y Bruyneel tendrían que pegarse entre ellos por el podio.

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Pero el cimiento del edificio Jalabert no fueron ni Mauri ni Bruyneel, ni siquiera Zülle. Los tres más famosos sólo actuaron a pleno rendimiento en momentos contados. Jalabert se basó, en el trabajo descorazonador para todos los rivales de gente anónima que ha corrido como nunca. Leanizbarrutia subió el Tourmalet con los elegidos; Stephens sprintaba en la montaña; Sierra y Herminio machacaban en, el llano. Sólo el ONCE pudo permitirse el lujo de cambiar de líder a mitad de carrera.

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