VUELTA 95

El ONCE deja una rendija

Skibby gana en Palazuelos, pero Jalabert sigue sumando bonificaciones

Se acabaron los imprevistos. Con un líder cómodamente instalado, la Vuelta entró en el camino de la normalidad y lo previsible. El ONCE derrochó, un día más, sensación de poderío, pero esta vez para cumplir con la tarea de defensa del liderato. Lo hicieron con la actitud lógica en estos casos, aunque un pelín acelerada para la ortodoxia conocida: permiso para saltar hasta que una fuga estuviera formada y control posterior del pelotón, a una velocidad no de caza, pero tampoco tan lenta como para permitir el caos. De hecho fue lo bastante rápida como para romper el pelotón y llegar a meta an...

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Se acabaron los imprevistos. Con un líder cómodamente instalado, la Vuelta entró en el camino de la normalidad y lo previsible. El ONCE derrochó, un día más, sensación de poderío, pero esta vez para cumplir con la tarea de defensa del liderato. Lo hicieron con la actitud lógica en estos casos, aunque un pelín acelerada para la ortodoxia conocida: permiso para saltar hasta que una fuga estuviera formada y control posterior del pelotón, a una velocidad no de caza, pero tampoco tan lenta como para permitir el caos. De hecho fue lo bastante rápida como para romper el pelotón y llegar a meta antes de lo previsto. De esta mínima rendija se aprovechó un gigante rodador danés, Jesper Skibby, para ganar la etapa.

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La escapada buena, siete corredores al pie de Navacerrada, no logró el tiempo que permite los juegos tácticos. Todos tuvieron que tirar porque el ONCE nunca permitió más de un minuto y medio. Cuando Skibby dejó, a sus compañeros en la autopista del puerto de Navacerrada tuvo que esforzarse. Era una fuga consentida pero no tanto.

Taniá hambre de victorias tiene Jalabert, y tan sobrado parece que va, que hasta esprintó por la segunda plaza y los correspondientes ocho segundos de bonificación. A su rueda, Mauri, uno que parece buscar un acomodó en el podio. La rueda buena es la de Jalabert. La teoría dice que, estando sólo en juego los puestos menores del podio -que también serían los de la victoria final si algo le pasara al francés-, quien quiera ocuparlos debería ir donde va el líder, a su espalda.

Olano anuncia que ya su único objetivo es ganar la contrarreloj de Alcalá de Henares y no quedar más allá del tercero; Riis, que sólo aspira a quedar segundo, si es que aguanta. El campeón de Dinamarca tuvo que tomar un antiinflamatorio antes de la salida para ver de mitigar los dolores de su costado herido en la caída de la contrarreloj, intensísimos a la hora de respirar.

Tampoco es que el breve recorrido de ayer diera oportunidad a la batalla, pero ante ese panorama, aniquilada la oposición, el sobrado Jalabert puede permitirse ciertos lujos. Como el de soñar con ganar más etapas que el año pasado -se impuso en siete; éste lleva ya tres-, o el de añadir el jersey rojo de las metas volantes a su colección de lideratos, que por ahora incluye la general, la regularidad y la montaña. Las rendijas que pueda dejar, seguro que son escasas.

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