Tribuna

UEFA-FIFA o Havelange-UEFA

Joáo Havelange, presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), ha puesto otra vez el grito en el cielo. El dirigente brasileño, que a sus 79 años aspira a un nuevo mandato, ha dicho que no comprende la rabia que sienten contra su persona los dirigentes de la UEFA (Unión Europea de Asociaciones de Fútbol) y sobre todo su presidente, el sueco Lennart Johansson. Y para argumentar su opinión, Havelange cita un documento denominado Visión por el que la UEFA solicita una reorganización del fútbol mundial.La UEFA pide, a través del documento en cuestión -supuestamente filtrado d...

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Joáo Havelange, presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), ha puesto otra vez el grito en el cielo. El dirigente brasileño, que a sus 79 años aspira a un nuevo mandato, ha dicho que no comprende la rabia que sienten contra su persona los dirigentes de la UEFA (Unión Europea de Asociaciones de Fútbol) y sobre todo su presidente, el sueco Lennart Johansson. Y para argumentar su opinión, Havelange cita un documento denominado Visión por el que la UEFA solicita una reorganización del fútbol mundial.La UEFA pide, a través del documento en cuestión -supuestamente filtrado de forma interesada por la FIFA para fomentar un clima generalizado de rechazo-, la reforma del fútbol mundial a partir del año 1998 y especialmente la despolitización de las relaciones entre la FIFA y las confederaciones continentales.

La UEFA aspira, en síntesis, a democratizar a la FIFA, comenzando por disminuir el poder que concentran dos personas, el propio Havelange y el secretario general, Joseph Blatter. El organismo europeo entiende que son las confederaciones y no los personalismos las que deben dirigir el fútbol.

"Quieren reducir la FIFA a la nada", proclama Havelange, muy irritado, "y no me gustan estas cosas. Si quieren que me vaya, que me lo digan y me iré". Y, luego, apostilla: "El proyecto [de la UEFA] sólo concede importancia al dinero".

La UEFA, ciertamente, considera, entre otras propuestas económicas, que debe replantearse la comercialización de los derechos de transmisión y patrocinación de la Copa del Mundo (significan una sexta parte de los que, por ejemplo, se ingresan por unos Juegos Olímpicos). Pero ésa no es su única aspiración. Quiere, ante todo, una descentralización del poder y que las confederaciones adquieran un protagonismo reservado ahora exclusivamente a Havelange y Blatter; desea un cambio en la elección del presidente de la FIFA (se planteaban inicialmente unas elecciones cada cuatro años entre los presidentes de las confederaciones sobre la base de un sistema de alternancia) y también en la designación de los países organizadores de las Copas del Mundo; y auspicia la fusión de algunas confederaciones continentales.

La FIFA aprovecha precisamente esta coyuntura para vender públicamente el conflicto como una guerra entre personalidades más que una discusión temática en la que, en el fondo, se debate el porqué la FIFA toma todas las decisiones cuando no se le piden responsabilidades prácticamente por ninguna. La UEFA está harta de cargar con todos los muertos del fútbol. La FIFA, sin embargo, ha replicado con la convocatoria para el día 8 de su comité de emergencia para replicar como organismo el documento de la UEFA.

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