El rodaballo pescó 300 kilos de cocaina

Puerto Sherry parecía 'Miami vice' en el decomiso del mayor alijo de 'coca' en Andalucía

Arreciaba el viento de poniente en Puerto Sherry (El Puerto de Santa María, Cádiz) cuando el Crislem III atracó en el pantalán de espera. Tres hombres barbudos bajaron del velero de dos palos y se dirigieron hacia el faro. No querían identificarse ni rellenar los formularios de entrada a puerto. Sólo dijeron que venían de Mazagón (Huelva). Mintieron. Acababan de llegar de una larga travesía desde Colombia, donde habían cargado en la sentina 300 paquetes de un kilo de cocaína cada uno, plastificados por el cartel de Cali. Sobre los lujosos muelles, policías en bañador se mezcl...

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Arreciaba el viento de poniente en Puerto Sherry (El Puerto de Santa María, Cádiz) cuando el Crislem III atracó en el pantalán de espera. Tres hombres barbudos bajaron del velero de dos palos y se dirigieron hacia el faro. No querían identificarse ni rellenar los formularios de entrada a puerto. Sólo dijeron que venían de Mazagón (Huelva). Mintieron. Acababan de llegar de una larga travesía desde Colombia, donde habían cargado en la sentina 300 paquetes de un kilo de cocaína cada uno, plastificados por el cartel de Cali. Sobre los lujosos muelles, policías en bañador se mezclaban con los paseantes. Llevaban 10 meses esperando para dar el golpe.Eran las tres de la tarde del pasado día 11. La operación, bautizada con el nombre de Rodaballo, llegaba a su fin. El Crislem III, de 17,5 metros de eslora, había llegado renqueante al pantalán. Un cabo náufrago había inutilizado la hélice. Dos de los tripulantes, Pablo S. G. y José Ramón C. M., no querían rellenar los formularios de rigor que luego se entregan a la policía. De hecho, ni siquiera tenían que haber entrado a puerto. El mismo día 11 se había hundido el velero Chony, de 12,5 metros de eslora, que habían alquilado al armador de Aya.monte Matías José C. P. para transbordar la droga. Desde tierra l~s había tranquilizado la checa Eliska F., de 22 años, y su novio italiano, Vincenzo, que durante toda la travesía les mantenían informados desde la potente emisora de radio que habían montado junto a la playa de La Antilla (Huelva). Nada parecía ir mal del todo.

Sin embargo, una nube de policías seguía sus pasos. Los primeros indicios se habían detectado en Benidorm (Alicante), donde supuestos narcos domiciliados en Sevilla habían hecho extraños contactos. Eran Gabriel Lucas Cortés y su hermano Pedro, supuestos cerebros de la red. Algo más de media docena de agentes, ataviados con bermudas, bañador o chándal, observaban con disimulo el atraque del Crislem III. Sobre las siete de la tarde cayeron sobre el barco y detuvieron a los tres tripulantes. El puerto quedó tranquilo. Había que esperar porque aún debían llegar los destinatarios de la droga. Dos coches entraron en Puerto Sherry, cada uno con tres hombres en su interior. Eran las nueve de la noche y numerosos turistas paseaban por Puerto Sherry. Los policías intentaron atraparlos por sorpresa. Los vehículos salieron a escape. Gabriel sacó un arma por la ventanilla de su BMW y comenzó a disparar a los agentes, que respondieron con sus pistolas. La policía intentó cerrar el puerto, pero el BMW logró eludir el cerco policial hasta que dos vehículos policiales le cerraron el paso cerca del mercadillo semanal de El Puerto. El otro automóvil corrió peor suerte: se empotró y por detrás fue embestido por otro coche policial.

El rodaballo estaba ya en la red.

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