Entrevista:

"Las salas de teatro independiente son imprescindibles"

Con resignación y sin demasiado entusiasmo, Adolfo Marsillach acepta celebrar sus bodas de oro con el teatro. Para el aniversario, Marsillach vuelve a Televisión Española con un programa de entrevistas llamado Tren de cercanías y dos reposiciones teatrales, El médico de su honra con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que Marsillach dirige, y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, interpretada por la misma pareja que lo hizo en 1983, Gerardo Malla y María Fernanda que impida la aparición de D'Ocon, ya fuera de cartel. Adolfo Marsillach, Barcelona, 1928, se e...

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Con resignación y sin demasiado entusiasmo, Adolfo Marsillach acepta celebrar sus bodas de oro con el teatro. Para el aniversario, Marsillach vuelve a Televisión Española con un programa de entrevistas llamado Tren de cercanías y dos reposiciones teatrales, El médico de su honra con la Compañía Nacional de Teatro Clásico que Marsillach dirige, y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?, interpretada por la misma pareja que lo hizo en 1983, Gerardo Malla y María Fernanda que impida la aparición de D'Ocon, ya fuera de cartel. Adolfo Marsillach, Barcelona, 1928, se entrega con afán a los textos del siglo XVI pero sigue más que de reojo cuánto y cómo cunde el teatro que se cuece en las salas alternativas de Madrid: "más que útiles, imprescindibles". Madrid es una ciudad que Marsillach conoce muy bien gracias a los transportes públicos, que son a menudo el marco de sus obras.P. Luis Escobar le convirtió en actor de profesión y madrileño de adopción.

R. El teatro María Guerrero fue el primer escenario que pisé, y esa pisada cambió mi vida. Yo era un estudiante de Derecho cuando Luis Escobar llegó a Barcelona buscando un actor para En la ardiente oscuridad, de Buero Vallejo. Con mi padre pacté acabar la carrera, y conmigo mismo, que en cinco años me convertiría en actor. Creo que cumplí con ambos.

P. Y, ¿se quedó en Madrid sólo por el teatro?

R. En principio sí, pero ya han pasado 40 años. Aunque Madrid es cada día más agria, me fascina su caótica belleza, como de ciudad hecha a golpes. Trabajo en la calle del Príncipe, donde estaba el mentidero, y por allí pasaban Lope, Cervantes y Calderón.

P. Dirige la Companía de Teatro Clásico pero le interesan las salas alternativas.

R. Son absolutamente imprescindibles. Estoy a favor del repertorio clásico, pero temo un teatro distinto, experimental, mucho más combativo y centrado en los problemas que amenazan a la sociedad española. Igual que estoy a favor de la coexistencia de un teatro público y otro privado.

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P. ¿Es cierto que usted quiso ser bombero?

R. Sí. Supongo que me atraía el riesgo, esa imagen de bombero que se pelea con las llamas para salvar a una chica rubia, dulce y frágil. Pero también quería ser organillero. En Barcelona había muchos.

P. No parece celebrar sus 50 años en el teatro con mucha ilusión.

R. Agradezco que me feliciten, pero tiene sus riesgos. Son muchos años y pienso que podría haber hecho más y mejores cosas. Comprobar que el tiempo que queda es menor que el transcurrido me produce cierta tristeza.

El médico de su honra. Teatro de la Comedia, calle Príncipe, 14, hasta el 18 de junio.

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