Tribuna:

¿Quién ha ganado qué?

Por supuesto, el 28-M ganaron los populares. Comparando con datos de 1991, el PP ha ganado más de dos millones de votos en las autonómicas y más de tres en las municipales mientras que el PSOE ha perdido casi 400.000 en ambas. Una inmensa pérdida de poder institucional (incluida la mayoría del Senado) y económico (incluidas diputaciones y no pocas cajas de ahorro). Un verdadero vuelco.Pero tras esa valoración general todo son confusiones, pues no sabiendo bien qué votamos tampoco resulta fácil saber qué se ganó o se perdió. Y ello porque estas elecciones han sido al tiempo un ...

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Por supuesto, el 28-M ganaron los populares. Comparando con datos de 1991, el PP ha ganado más de dos millones de votos en las autonómicas y más de tres en las municipales mientras que el PSOE ha perdido casi 400.000 en ambas. Una inmensa pérdida de poder institucional (incluida la mayoría del Senado) y económico (incluidas diputaciones y no pocas cajas de ahorro). Un verdadero vuelco.Pero tras esa valoración general todo son confusiones, pues no sabiendo bien qué votamos tampoco resulta fácil saber qué se ganó o se perdió. Y ello porque estas elecciones han sido al tiempo un plebiscito sobre el apoyo del PSOE y unos comicios locales, y la mezcla permite que el PSOE diga que se recupera, que el PP afirme que ha ganado y que ambas afirmaciones sean creíbles (véase, para comprobarlo, la prensa extranjera). Sin duda, la confusión es interesada; como mucho, podría decirse que el PP no superó el test político, e incluso eso es autocomplaciente.

Efectivamente, allí donde el carácter local de las elecciones ha sido determinante y la relación de confianza personal primaba sobre imágenes de desprestigio político nacional (lo que ha ocurrido con carácter general en Cataluña, probablemente en Castilla-La Mancha, en ciudades como Barcelona o La Coruña y, sin duda, en cientos de pequeñas ciudades y pueblos), el PSOE ha aguantado bien el descrédito acumulado por la cúpula de Madrid y el resultado ha sido malo, pero no llamativo. Los cuatro puntos de diferencia del PP superan las mejores previsiones del PSOE. Por ello, esos miles de alcaldes y concejales socialistas (de los que Maragall y Vázquez son ejemplo), avalados por su buenhacer, son los grandes triunfadores, pues, contra pronóstico y tras una campaña deleznable, han sostenido la caída socialista, aunque para ello (y no es dato menor) han tenido que ocultar o marginar su pertenencia al PSOE, impidiendo incluso la presencia física y el "apoyo" de Felipe o sus ministros.

Sin embargo, si analizamos las elecciones en clave de primarias, el resultado es muy distinto. Pues allí donde se votaban siglas o liderazgos nacionales y no personas o liderazgos locales (y eso ha ocurrido en casi todas las grandes ciudades y en casi todas las comunidades autónomas) el PSOE ha sufrido una fortísima derrota, en parte autoinfligida por su perversa campaña. En las ciudades de más de 50.000 habitantes (la mitad del censo), la diferencia a favor del PP sube hasta los 10 puntos, en las autonómicas sube hasta 13 y en muchas grandes ciudades (Madrid, Valencia, Zaragoza, Málaga, Las Palmas, Murcia, Granada y otras) supera los 20. De modo que en una confrontación nacional la diferencia PSOE / PP sería sin duda superior a 4 puntos, sin duda inferior a 13 y probablemente próxima a los 10, al borde, pues, de la mayoría absoluta.

Y esto abre las dos grandes incógnitas poselectorales. De una parte, si el PSOE sabrá reaccionar, pues si no lo hace perderá aún más votos para darle al PP una mayoría absoluta, tanto más amplia cuanto más tarde sean las elecciones. Pero ¿quién cree aún en esa posible reacción desde dentro? Y de otra, si Pujol va a darles el tiempo que necesitan, lo que admite una conjetura razonable. Lo que más le interesa a CiU es la situación actual (jamás tendrá tanto poder con menos votos) y lo que menos le interesa es la mayoría absoluta del PP. De modo que CiU puede tratar de minimizar riesgos convocando lo antes posible (y eventualmente repetir su papel de bisagra con el PP) o intentar maximizar beneficios confiando en otra victoria minoritaria del PSOE para seguir igual que ahora. Pero ¿quién cree ya en una posible mayoría del PSOE? De modo que el camino de Pujol ha sido trazado por los electores, y ésta es otra de las victorias del PP. Esto no sólo lo sabe Pujol, sino también Felipe, de modo que la única incertidumbre es cuándo será la ruptura y quién disparará primero, pues si a uno le interesa la presidencia de la Unión al otro le interesa la Conferencia de Barcelona. Tendremos tregua hasta entonces, pero no guardemos aún las urnas, pues es probable que las necesitemos pronto.

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