Tribuna:FÚTBOL FINAL DE LA RECOPA EN PARÍS

París bien vale una jota

El estadio de La Romareda está situado en el centro de un barrio residencial. ¿Qué importancia tiene esto? Muchísima. De la misma forma que el Real Madrid se beneficia de que el Santiago Bernabéu se encuentre en medio del paseo de La Castellana, el Atlético de Madrid se vea perjudicado porque el Vicente Calderón, junto al Manzanares, no esté en el mejor de los lugares urbanísticos. Y, lógicamente, la joven burguesía que envuelve La Romareda, habitando esos bloques de ladrillo caravista, ha terminado por influir en la forma del juego del equipo de Víctor Fernández.Es cierto que en tiempos preté...

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El estadio de La Romareda está situado en el centro de un barrio residencial. ¿Qué importancia tiene esto? Muchísima. De la misma forma que el Real Madrid se beneficia de que el Santiago Bernabéu se encuentre en medio del paseo de La Castellana, el Atlético de Madrid se vea perjudicado porque el Vicente Calderón, junto al Manzanares, no esté en el mejor de los lugares urbanísticos. Y, lógicamente, la joven burguesía que envuelve La Romareda, habitando esos bloques de ladrillo caravista, ha terminado por influir en la forma del juego del equipo de Víctor Fernández.Es cierto que en tiempos pretéritos, cuando ir al campo del Zaragoza significaba marcharse más allá de la linde urbana marcada por la antigua Feria de Muestras, hubo tiempos de indudable gloria con los cinco magníficos -Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra-, pero no hay que olvidar que a Carlos Lapetra le apodaban el ingeniero, porque trazaba las jugadas como si estuviera ante un tablero de dibujo, jugadas que se encargaban de rematar Marcelino de un potente cabezazo o Villa, después de una filigrana circense que ponía al respetable al borde del infarto.

No lo van a hacer, pero Pardeza, Esnáider e Higuera, con la intuición de Poyet y Nayim, ni los aragoneses García Sanjuán y Belsúe van a olvidar eso que en tierras aragonesas denominamos rasmia, que es un concepto que cabría situar entre la furia española y el pundonor, pero sin atolondramientos.

París bien vale una jota, y aunque los componentes de los equipos tengan procedencias diversas, los cerca de 20.000 peregrinos no van a encontrar el barroco puente, que regaló el zar Alejandro a la ciudad, más sólido que el Puente de Piedra, ni el Sena les va a parecer más grande que el Ebro, ni el Campo de Marte, mucho más desolado que la plaza del Pilar, salvadas. las dimensiones, pese a que las características del turismo futbolístico son la celeridad de la visita, y aún recuerdo a mi primo Celedonio, tras tres días en Londres con motivo de un partido, asombrarse, desde la ventanilla del autocar que lo llevaba al aeropuerto de regreso, con1a visión del Támesis y soltar un "¡Joder, si hay un río!" que desagradó bastante a un concejal de los de entonces, que eran muy mirados con el lenguaje.

Edil lo fue, por cierto, el actual presidente del Zaragoza, Alfonso Solans, y de tráfico, que es materia complicada en cualquier ciudad que supere, los cien mil habitantes, y sin caer en la tentación de los tropos fáciles y afirmar que de ahora le viene la buena marcha al equipo y la ausencia de atascos, no me callaré que en la representación presidencial de los clubes aparecen tipos pintorescos en exceso, asaz desahogados en el verbo, y que Alfonso no es de esa nómina, quien sabe si el fabricar colchones le ha proporcionado cierta postura plácida ante la vida.

Pero, eso sí, el juego esta noche tiene que ser vertical. Ni por el Coso Alto o la Gran Vía, ni por el Conde de Aranda o la avenida de la Independencia va a verse mucha gente pasear. Casi todos estarán pendientes del partido. Y los tópicos, los denostados, benditos y recurrentes tópicos, se destaparán en los titulares de mañana, y si se logra la victoria, como cuando en la Zaragoza Deportiva de Eduardo Fuembuena, se pedían las letras de madera y se ponía en portada: "Gigantes y cabezudos". ¡Ojalá! Y así sea.

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