Aznar, peregrino en Tierra Santa

El líder del PP firmó autógrafos a turistas y se cubrió con la "kipá" ante el Muro de las Lamentaciones

José María Aznar y Ana Botella vivieron ayer una intensa jornada de turismo histórico-religioso por las calles de la ciudad vieja de Jerusalén. Protegidos por tres soldados de las unidades drusas y un guardaespaldas de paisano, el presidente del PP y su esposa recorrieron los lugares sagrados de judíos, musulmanes y católicos, interrumpidos por grupos de visitantes españoles que pedían un autógrafo o una foto.En tres horas, el matrimonio Aznar, con el cónsul general de España en Jerusalén, Andrés Collado, como guía de excepción, pisó las calles, templos y monumentos que más tradición, historia...

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José María Aznar y Ana Botella vivieron ayer una intensa jornada de turismo histórico-religioso por las calles de la ciudad vieja de Jerusalén. Protegidos por tres soldados de las unidades drusas y un guardaespaldas de paisano, el presidente del PP y su esposa recorrieron los lugares sagrados de judíos, musulmanes y católicos, interrumpidos por grupos de visitantes españoles que pedían un autógrafo o una foto.En tres horas, el matrimonio Aznar, con el cónsul general de España en Jerusalén, Andrés Collado, como guía de excepción, pisó las calles, templos y monumentos que más tradición, historia y significado religioso encierran en todo el mundo.

La gira comenzó a las 10.30 en el Domo de la Roca, la segunda mezquita en Importancia del mundo musulmán, construida sobre el emplazamiento exacto del templo de Salomón. Para los musulmanes, Mahoma fue al encuentro de Alá desde este punto. Aznar fue recibido en la mezquita por el ministro de Asuntos Religiosos de la Autoridad Palestina, Hassan Tahbub, que se trasladó desde Gaza para la ocasión.

El ministro declaró en la mezquita que los palestinos son un pueblo que quiere vivir en su tierra en paz. "Avancemos en la aplicación de los acuerdos", pidió, "y podremos acabar con los atentados, la tensión bajará y la gente verá los frutos de la paz".

Aznar recibió como obsequio un masbahá o, invocación al Señor', el rosario musulmán. Luego visitó la mezquita contigua de Al Aqsa (la lejana), el punto más distante de- La Meca desde el que Mahoma invocó a Dios. Aquí, sobre el suelo cubierto de alfombras, además de las explicaciones históricas, se le presentaron quejas. Los musulmanes critican las excavaciones de los judíos bajo su suelo para recuperar el antiguo templo, y temen que algún día aparezca un gran agujero o se produzca un derrumbre.

A continuación, la comitiva salió por la Puerta de los Leones o de San Esteban. Enfrente, el río Cedrón, el monte de los Olivos y el huerto de Getsemaní, escenarios de la. pasión de Cristo. A cierta velocidad para cumplir el programa, Aznar y sus acompañantes transitaron por la Vía Dolorosa, el recorrido realizado por Cristo camino de la cruz.

El tercer encuentro, en los restos del templo de Salomón y el Muro de las Lamentaciones. La delegación del PP recorrió durante casi una hora las excavaciones del muro del templo, donde se acumulan papeles con los deseos de los fieles judíos, enviados desde todo el mundo vía fax.

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Aznar permaneció unos momentos solo ante el muro, en actitud respetuosa. El presidente del PP lucía una kipá (bonete judío) de terciopelo rojo. A diferencia de Felipe González, que rechazó ponérsela por considerarla un símbolo religioso, no tuvo inconveniente en taparse la cabeza con la prenda hebraica.

Las tres horas estuvieron salpicadas de encuentros con españoles. "Somos del equipo de squash y estamos jugando el Campeonato de Europa, somos de Cataluña, ¡de Valladolid!, ¡de Fuensaldaña!", explicaban una y otra vez los turistas. Sorprendidos por la aparición del líder del PP, querían llevarse como recuerdo un autógrafo o, mejor, una fotografía de grupo. Lo consiguieron. Ana Botella se fotografió incluso con el socialista Enrique Guerrero, secretario general de Relaciones con las Cortes y habitual flagelador del PP.

Aznar pidió a su jefe de prensa, Miguel Ángel Rodríguez, que le comprara en uno de los imnumerables bazares una kufía, el pañuelo con que los palestinos se tocan la cabeza. La operación mercantil no llegó a cerrarse porque Rodríguez quiso regatear a la baja, sin ningún éxito, el precio inicial de 15 dólares.

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