28º JORNADA DE LIGA

El Getafe vence la angustia ante el 'farolillo rojo' de Segunda

Los buitres del descenso ya sobrevolaban las Margaritas. El público se debatía entre la angustia y el cabreo. Faltaban diez minutos para el final y el Getafe, hundido, parecía incapaz de superar su enfermedad del empate ante un farolillo rojo que jugaba con diez -desde el minuto 16-. Y de repente apareció Jaime, el luchador de porte elegante. Con una facilidad pasmosa, disparé un misil que entró por la escuadra. Un obús que rescató al Getafe del abismo.La afición no comprendía nada. Lo que disculpó en otros partidos no era justificable en éste: el Orense está hundido en la tabla y es el...

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Los buitres del descenso ya sobrevolaban las Margaritas. El público se debatía entre la angustia y el cabreo. Faltaban diez minutos para el final y el Getafe, hundido, parecía incapaz de superar su enfermedad del empate ante un farolillo rojo que jugaba con diez -desde el minuto 16-. Y de repente apareció Jaime, el luchador de porte elegante. Con una facilidad pasmosa, disparé un misil que entró por la escuadra. Un obús que rescató al Getafe del abismo.La afición no comprendía nada. Lo que disculpó en otros partidos no era justificable en éste: el Orense está hundido en la tabla y es el único equipo que supera al Getafe en lo que a inoperancia de cara al gol se refiere. Los pitos aparecieron a partir del escanso y sólo remitieron con el gol de Jaime. Un tanto que trajo a Las Margaritas un acontecimiento extraordinario, casi una atracción: la victoria -es la segunda en casa-.El choque quedó. desequilibrado desde el primer cuarto de hora. Ya partir de ese momento, la inoperancia. El Getafe colgó cerca de una decena de balones en el área. Y cómo siempre, faltaba un ariete en el lugar al que llegaba el cuero.

El equipo se dejó llevar por el ritmo mortecino del encuentro. Una falta ejecutada con dureza por Guerrero -felizmente recuperado- supuso el único peligro claro. Nadie asumía el liderazgo, nadie ansiaba el balón. Un aficionado pedía el 0-1 a gritos poco antes del descanso.

La segunda parte arrancó con semejantes coordenadas. Sánchez Duque empezó a mover peones sobre el césped para luchar contra un dato terrible: sólo se habían creado dos ocasiones más o menos claras de gol y quedaban 25 minutos de juego. Guerrero lo intentó con disparos lejanos. Sin fruto. Y el Orense empezó a asomar la cabeza, a salir del encierro. Se presentaba con barullos en el área contraria como credencial. Pero era suficiente para sembrar el miedo en una grada desconfiada.

El gol de Jaime insufló bríos al malherido orgullo de los jugadores getafenses. El Orense intentó recuperar lo que ya había perdido mientras el Geta creaba dos oportunidades más -una de ellas, un balón al larguero-. La victoria fue agónica. Pero son dos puntos en una sola jornada.

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