Tribuna:

Cuestión de prestigio

DOS FINALES. El baloncesto nacional vivirá pendiente de esta doble final (lo es también en el caso del Madrid porque entrar en la final four garantizaría una tercera plaza española en la próxima Liga Europea). Puede ser día de luto para mayor lustre del coro de plañideras que, de seguro, desenterrarán los fantasmas de Angola y China. Y puede ser un gran día si el Taugrés accede a la nómina de campeones continentales (donde sólo están Madrid, Barcelona y Joventut). Para España, hay una cuestión de prestigio de por medio: suele tener al menos un finalista cada año y sólo una vez es...

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DOS FINALES. El baloncesto nacional vivirá pendiente de esta doble final (lo es también en el caso del Madrid porque entrar en la final four garantizaría una tercera plaza española en la próxima Liga Europea). Puede ser día de luto para mayor lustre del coro de plañideras que, de seguro, desenterrarán los fantasmas de Angola y China. Y puede ser un gran día si el Taugrés accede a la nómina de campeones continentales (donde sólo están Madrid, Barcelona y Joventut). Para España, hay una cuestión de prestigio de por medio: suele tener al menos un finalista cada año y sólo una vez estuvo fuera de una final four.EL TAUGRÉS. Aun mermado en Europa (no puede utilizar a Nicola ni a Radunovic) sigue siendo tremendamente competitivo. Conquistar la Copa certifica su mayoría de edad. Y eso se nota porque ha ganado sus cuatro últimos partidos en las jugadas finales. Parece que soporta bien la presión. Y lo que es más importante: tiene capacidad para imponer su criterio. Si lo hace puede ganar este año lo que se le ponga por delante.

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EL MADRID. Es la irregularidad trasladada al máximo nivel. Resiste todas las apuestas. Puede no jugar bien, pero ganar a cualquiera. Puede contar con un Sabonis en noche mágica y ser claramente derrotado. Tiene un punto fuerte (la zona interior) y demasiados puntos débiles (el tiro exterior y la propensión a perder balones). Sinceramente, no tiene criterio. Pero... es el equipo de los peros.

EL BENETTON. Alcanzó la elite a golpe de talonario. La pareja Del Negro-Kukoc fue la lanzadera. Ahora es bastante más modesto pero reúne nacionales de cierta talla (Gracis, Pittis y, sobre todo, Rusconi, una especie de Meneghin un tanto torpe) y una pareja de extranjeros sólida (el esloveno Naumosky y el norteamericano Woolridge). Es un tibio producto italiano, pero no olvida sus orígenes. Tratará de llevar el partido a su ritmo: despacio, sin asustarse y atento al final.

LA CIBONA. viene con la decepción en el cuerpo por lo sucedido en Zagreb. No esperaban ese tipo de derrota, con Sabonis y Arlauckas bombardeando desde la línea de 6,25 para espanto de los puristas. El Madrid les ha roto sus esquemas en la primera cita, pero tratarán de llevar el asunto por un cauce ortodoxo. Si lo consiguen, todo dependerá de su acierto con el tiro exterior. Mejor no ofrecerles un tercer partido.

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