Un congreso cerrado en falso

Cándido Méndez salió elegido secretario general de UGT en el congreso de abril pasado por un 73% de los delegados. Ese porcentaje se logró por un pacto de última hora con las federaciones de Madrid, Valencia e industrias afines, que le permitieron pasar de una mayoría justa a otra más holgada. A cambio, accedió a incluir en su ejecutiva a representantes de esas tres federaciones -José Luis Daza, Gustavo Gardey y Dionisia Muñoz- que previamente habían coqueteado con el otro candidato a liderar la central, Manuel Fernández Lito.Ese pacto se configuró con unas alianzas que enseguida...

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Cándido Méndez salió elegido secretario general de UGT en el congreso de abril pasado por un 73% de los delegados. Ese porcentaje se logró por un pacto de última hora con las federaciones de Madrid, Valencia e industrias afines, que le permitieron pasar de una mayoría justa a otra más holgada. A cambio, accedió a incluir en su ejecutiva a representantes de esas tres federaciones -José Luis Daza, Gustavo Gardey y Dionisia Muñoz- que previamente habían coqueteado con el otro candidato a liderar la central, Manuel Fernández Lito.Ese pacto se configuró con unas alianzas que enseguida se demostraron poco estables. El sector crítico aglutinado en torno a Lito sostiene que se cerró en falso el congreso en el que se produjo la retirada de Nicolás Redondo. Los problemas, de hecho, empezaron a las pocas semanas de celebrarse el congreso, con discrepancias en el seno de la ejecutiva, pero no estallaron hasta el primer comité confederal, celebrado en el pasado mes de diciembre.

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Esa reunión comenzó con la elección de la mesa del comité confederal que, estatutariamente, pasa a tener la máxima responsabilidad del sindicato mientras se producen los debates. Cándido Méndez ganó la votación por un estrecho margen -el 58%- y la mayoría salida del congreso se quebró definitivamente al sumarse Daza, Gardey y Muñoz al sector crítico de Lito en una alianza coyuntural. La pérdida de esa votación habría derivado en la dimisión del secretario general y del resto de la dirección y en la constitución de una gestora para dirigir el sindicato. El paso siguiente, un congreso extraordinario.

División del sindicato

La división de la UGT se produce en medio de unas elecciones sindicales en las que CC OO disputa a la central socialista el convertirse en la primera fuerza. Y, además, cuando los problemas surgidos por la crisis de la cooperativa PSV están pendientes de las decisiones del juez Miguel Moreiras.

El pulso entre los dos sectores de UGT se ponía de manifiesto de nuevo ayer. Un miembro del sector crítico, el secretario general de Cataluña, Josep Maria Álvarez, dijo que la destitución de los tres disidentes es "un acto irresponsable y la prueba palpable de la falta de dirección que tiene el sindicato". Álvarez declaró en Barcelona a Efe que los dirigentes de Cataluña tienen decidido asistir al comité confederal, aunque no piensan votar.

En cambio, Juan Mendoza, responsable de Andalucía, respaldó "absolutamente" la resolución de la ejecutiva y destacó Ia prudencia" de la dirección por haber intentado buscar una vía de diálogo con los tres dirigentes ahora destituidos. Para Mendoza hay tres hechos graves: "La deslealtad de estos compañeros en el comité confederal, el envío de cartas a los organismos internos del sindicato con actitud beligerante hacia el secretario general y el hecho de trasladar su problema al conjunto de la organización".

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