Cartas al director

Multa al peatón incívico y peligroso

Cuando en los periódicos españoles faltan páginas para enumerar los casos de corrupción, malversación de fondos, atracos, asesinatos, tráfico de drogas, GAL, Roldanes y otras especies varias; y cuando los sufridos vemos uno de los tráficos más infernales del mundo, con atascos, aparcamientos en doble y triple fila e incluso en la acera, cientos de motoristas celebrando su gran premio de todos los días y otras muchas tropelías, no deja de sorprender el celo con el que la Policía Municipal, o al menos con el que uno de sus agentes desempeña su labor en beneficio del tráfico fluido y ligero de la...

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Cuando en los periódicos españoles faltan páginas para enumerar los casos de corrupción, malversación de fondos, atracos, asesinatos, tráfico de drogas, GAL, Roldanes y otras especies varias; y cuando los sufridos vemos uno de los tráficos más infernales del mundo, con atascos, aparcamientos en doble y triple fila e incluso en la acera, cientos de motoristas celebrando su gran premio de todos los días y otras muchas tropelías, no deja de sorprender el celo con el que la Policía Municipal, o al menos con el que uno de sus agentes desempeña su labor en beneficio del tráfico fluido y ligero de las horas punta.Sorprende que en la esquina de Joaquín Costa con el paseo de la Castellana, frente a El Corte Inglés y al metro Nuevos Ministerios, un día laborable, a las nueve de la mañana, que, como se puede imaginar, no es una. zona precisamente desierta a estas horas, nuestro agente 007 no tenga otra manera mejor de arreglar el caos circulatorio reinante que detener a un peatón e imponerle una multa de 3.000 pesetas por "cruzar la calzada por lugar prohibido", lo que en cristiano equivale a atravesar la calle de Joaquín Costa entre los coches que están inmersos en el colapso de todos los días.

Ni qué decir tiene que, aunque el abucheo unánime que sufrió nuestro James Bond fue considerable, no tiene comparación al cachondeo generalizado que he soportado por parte de familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás que han oído mi historia.

Lógico, por incívico y osado. ¡A quién se le ocurre cruzar por donde no debe!-

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