El Sporting sólo gana a los grandes

El Deportivo mostró sus carencias en El Molinón

El Sporting completó ayer su colección de grandes piezas de la Liga. Como en los tiempos en que fue apodado Matagigantes, el equipo gijonés, que no ha ganado a casi nadie, sí ha logrado doblar la rodilla del Barcelona, Real Madrid y Deportivo. Para liquidar al Depor puso, sobre la chocolatera en que se ha convertido El Molinón todo lo que distingue a los ganadores: fuerza, concentración, juego y remate. Gracias a eso, y también a las carencias de un Deportivo disminuido y a veces confuso, el equipo de García Remón celebró por todo lo alto una victoria que no conocía en la Liga de...

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El Sporting completó ayer su colección de grandes piezas de la Liga. Como en los tiempos en que fue apodado Matagigantes, el equipo gijonés, que no ha ganado a casi nadie, sí ha logrado doblar la rodilla del Barcelona, Real Madrid y Deportivo. Para liquidar al Depor puso, sobre la chocolatera en que se ha convertido El Molinón todo lo que distingue a los ganadores: fuerza, concentración, juego y remate. Gracias a eso, y también a las carencias de un Deportivo disminuido y a veces confuso, el equipo de García Remón celebró por todo lo alto una victoria que no conocía en la Liga desde el 16 de octubre.El Sporting, con los números y la lógica en contra, optó por una huida hacia adelante. Después de pasarse media Liga dejando a Pier vendido a su suerte, incluso frente a rivales de medio pelaje, García Remón alineó ayer a tres hombres que tienen la puerta contraria entre ceja y ceja. Desde el primer momento, ellos y los otros ocho titulares dejaron claro que apostaban por salvar la cabeza del entrenador. Tras ver lo que habían hecho el sábado dos rivales directos, al Sporting sólo le valía la victoria para seguir respirando.

La actitud positiva de los dos equipos permitió asistir a un partido vibrante. El músculo sustituyó muchas veces al talento, lo que propició fases trepidantes, en las que se mezclaron choques, velocidad, genio y goles. Sobre todo, en el minuto 21 del segundo tiempo, cuando Andújar Oliver dejó seguir mientras varios jugadores se en zarzaban en una pelea barriobajera, la situación ideal para que el más pillo, Morales, convirtiese un contragolpe en un golazo.

Morales desatascó un partido que estaba abierto a cualquier posibilidad. El primer tiempo se había resuelto con un empate lógico, tras goles en jugadas a balón parado. Ablanedo y Liaño evitaron un marcador más acorde con las oportunidades, y una vez que el portero coruñés estaba vencido, el poste rechazó un cañonazo de Lediajov. El Sporting, con fe, empuje y la calidad extra de su ruso, y el Depor, con un juego más fluido, merecieron la ovación de la grada en el descanso.

El segundo tiempo fue aún mejor. Los equipos soltaron amarras y ya no hubo un minuto de respiro. El Deportivo quiso imponer el principio de autoridad, pero el Sporting no se arrugó. Saltaban chispas en el centro del campo cuando Morales encontró un hueco en la defensa deportivista y puso el balón lejos del inspirado Liaño. Con todos a mil por hora, Manjarín pareció apiadarse de sus ex compañeros al fallar un remate fácil, lo que permitió a Morales completar su tarde más gloriosa en Gijón. Para la historia, Morales quedará como el artífice del final de una maldición de casi cuatro meses.

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