El Tenerife lleva a remolque al Español

El fútbol abstracto afloró en Sarriá. La disciplina táctica -más férrea y a ultranza la del Español, más generosa con la inspiración y el talento individual la del Tenerife- capitalizó el partido. No hubo épica, no existió verticalidad, apenas remates. Nadie se vio con el agua al cuello. Ni siquiera el Tenerife cuando se recompuso para jugar más de media hora con diez hombres por expulsión de Pizzi. Como si jugar con 10 u 11 fuera lo de menos. Como si los planos urdidos por Vicente Cantatore y José Antonio Camacho tuvieran dibujada perfectamente la escalera de incendios para éste o cualquier o...

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El fútbol abstracto afloró en Sarriá. La disciplina táctica -más férrea y a ultranza la del Español, más generosa con la inspiración y el talento individual la del Tenerife- capitalizó el partido. No hubo épica, no existió verticalidad, apenas remates. Nadie se vio con el agua al cuello. Ni siquiera el Tenerife cuando se recompuso para jugar más de media hora con diez hombres por expulsión de Pizzi. Como si jugar con 10 u 11 fuera lo de menos. Como si los planos urdidos por Vicente Cantatore y José Antonio Camacho tuvieran dibujada perfectamente la escalera de incendios para éste o cualquier otro fuego.El Tenerife llevó a remolque al Español. Con una disposición táctica muy propensa a situar tres delanteros en punta, especialmente en la primera media hora, provocó un incesante debate en el equipo local. Hasta que éste no asignó con claridad las labores individuales de contención, el equipo insular pudo exprimir la calidad de sus componentes. Pinilla llevó por la calle de la amargura a toda la defensa del Español. Torres Mestre tuvo que saldar constantes mano a mano con Felipe, Julio Llorente y Pinilla. El Español se vio desbordado por Pizzi, Pinilla y Felipe. Fue un partido abstracto, de espesa pizarra y corsés tácticos, y además, incoloro.

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