El Aranjuez amarra puntos con su corsé defensivo

La disciplina defensiva resulta efectiva. No hay nada como una zaga ordenada para amarrar puntos. Así se puso ayer de manifiesto en el Román Valero. El Aranjuez saltó al campo, desplegó su corsé defensivo y neutralizó las constantes acometidas del Moscardó. La jugada le salió rentable, aunque el concepto de fútbol como espectáculo quedó seriamente resentido.El partido empezó movido. Los primeros compases sirvieron para definir papeles: el Moscardó quería llevar las riendas; el Aranjuez, asentarse en la cancha. Y el equipo ribereño no tardó en enseñar los dientes con su única arma visible, el c...

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La disciplina defensiva resulta efectiva. No hay nada como una zaga ordenada para amarrar puntos. Así se puso ayer de manifiesto en el Román Valero. El Aranjuez saltó al campo, desplegó su corsé defensivo y neutralizó las constantes acometidas del Moscardó. La jugada le salió rentable, aunque el concepto de fútbol como espectáculo quedó seriamente resentido.El partido empezó movido. Los primeros compases sirvieron para definir papeles: el Moscardó quería llevar las riendas; el Aranjuez, asentarse en la cancha. Y el equipo ribereño no tardó en enseñar los dientes con su única arma visible, el contraataque. En el minuto 15, Sergio se hacía con un balón en el centro del campo y articulaba una contra perfecta: pase largo a la banda, el extremo la cuelga al centro del área y el ariete remata. Rápido y sencillo. Con el gol en el bolsillo, el Aranjuez se limitó a defenderse. Fue el equipo local el que tuvo la iniciativa. Por los pies del habilidoso Movilla, el cerebro del Mosca, pasaron todos los balones de ataque. Y él fue el encargado de botar la falta que dio origen al gol del empate. El partido estaba abierto. Podía pasar de todo.

El Moscardó se creció a partir del gol y desplegó su mejor fútbol en el tramo final de la primera parte. La falta de acierto en los metros finales impidió movimientos en el marcador. Se echaron en falta las largas galopadas de Juan Carlos y fue el otro carrilero, Valcárcel, quien intentó traer peligro al área de González.

Con la segunda parte llegó el tedio. Interrupciones del juego, fútbol a trompicones y entradas duras. El Aranjuez no disimuló su querencia por el empate y seccionó, una tras otra, las incursiones del Moscardó. El corsé defensivo del Aranjuez tuvo escasas fisuras y acabó convirtiendo el partido en una provechosa visita: los ribereños se fueron con el punto que buscaban.

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