Dardos castristas

La letras llegaron este año con cargas de profundidad. Incluso la ganadora se regodeó tan ricamente en su propio éxito con un himno onanista: "Me gusta estar conmigo, oír lo que me digo; no, no estoy sola... Soy sola". Pero el tono fue, en general, mucho más humano y de compromiso social-sentimental ("Para poder hablar de amor hay que sufrir, hay que vivir la soledad cuando llega", Bolivia). Cuba coló con disimulo los dardos castristas en un tema al estilo José Feliciano, miembro del jurado: "Amor y cadenas lacerando mi piel, que dulce condena es la de serte fiel. Si te marchas, no me opongo; ...

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La letras llegaron este año con cargas de profundidad. Incluso la ganadora se regodeó tan ricamente en su propio éxito con un himno onanista: "Me gusta estar conmigo, oír lo que me digo; no, no estoy sola... Soy sola". Pero el tono fue, en general, mucho más humano y de compromiso social-sentimental ("Para poder hablar de amor hay que sufrir, hay que vivir la soledad cuando llega", Bolivia). Cuba coló con disimulo los dardos castristas en un tema al estilo José Feliciano, miembro del jurado: "Amor y cadenas lacerando mi piel, que dulce condena es la de serte fiel. Si te marchas, no me opongo; si te vuelves... Lo peor". Pero destacó, sobre todo, el mensaje religioso-feminista de la representante guatemalteca. Su tema, Sor Juana Inés y el ángel, recreaba las pláticas entre la santa y el custodio, retratando a sor Juana Inés como una feminista con picorcillos, y a san Gabriel, como la encarnación del machismo divino. Guatemala, incomprendida por buena parte de la audiencia, quedó relegada de la competición en la semifinal. Quedó claro que la OTI no es un festival muy dado a lo experimental.

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