Tribuna:

Agua menor

Reanudado el goteo e n el campo del fraude público, les propongo la siguiente especulación sobre el suelo. Media España ha estado y sigue en guerra con la otra media por el agua. Y mientras las mitades de esta naranja nacional mal avenida continúan agriando sus palabras, a nadie se le ocurre comercializar -o al menos embalsar- la saliva española.Que el español cuando escupe que escupe de verdad está probado, pero ¿qué expulsa el español con su gargajo? ¿Sólo el picor de garganta? No puede ser. Hay demasiadas personas escupiendo demasiadas veces en demasiadas calles para que ese gesto no escond...

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Reanudado el goteo e n el campo del fraude público, les propongo la siguiente especulación sobre el suelo. Media España ha estado y sigue en guerra con la otra media por el agua. Y mientras las mitades de esta naranja nacional mal avenida continúan agriando sus palabras, a nadie se le ocurre comercializar -o al menos embalsar- la saliva española.Que el español cuando escupe que escupe de verdad está probado, pero ¿qué expulsa el español con su gargajo? ¿Sólo el picor de garganta? No puede ser. Hay demasiadas personas escupiendo demasiadas veces en demasiadas calles para que ese gesto no esconda significados. Un amigo mío se quedó ronco en 1975 sosteniendo que la costumbre española de escupir era un acto subversivo inconsciente: el pueblo echaba así la mala bilis del franquismo. ¿Pero ahora? Hoy me he estado fijando, mientras evitaba a saltos que los salivazos llegasen a mis perneras. Hay cierto escupimiento bronquial: la gente, que es aprensiva, prefiere que su expectoración se quede en las aceras antes que en sus pañuelos. Otros son más simples, cristalinos diriase. Se posan en el suelo, desde la boca, como . en un tiro al blanco (¡los violentos, que subliman así sus instintos, vuelve mi amigo con la boca agua!). El rey de este género vocal es el esputo, a veces tan sonoro como su nombre, y lleno de una materia flemática que al secarse adorna nuestras calles con el color de una flor seca. En tal espécimen nos conciliamos mi amigo y yo, concluyendo que detrás de esa fea costumbre se expresa un alma, la nuestra, que en el secano de 12 años de desencanto intenta así regar, salivando, una tierra sobre la que el cinismo le impide, ya derramar lágrimas. Ya lo dijo alguien: escupir en España es llorar. A ver si ahora logramos que, para paliar al menos el problema del agua, escupir en España sea llover.

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