El obispo destituye a la presidenta de una hermandad por 'desunir'

Los más de 600 católicos de la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos, de Móstoles (199.000 habitantes), están revueltos. El obispo de Getafe, Francisco José Fernández Golfin, ha destituido a la presidenta del colectivo, María Teresa Rodríguez, por sembrar la desunión, y ahora están desatados. Se quejan de los "métodos absolutistas" a los que ha recurrido el obispo al imponer una junta gestora que gobierna de forma paralela a la directiva elegida por la asamblea. Pero los miembros de la hermandad han sufrido el golpe final del baculazo al enterarse de que el obispo ha impedido...

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Los más de 600 católicos de la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos, de Móstoles (199.000 habitantes), están revueltos. El obispo de Getafe, Francisco José Fernández Golfin, ha destituido a la presidenta del colectivo, María Teresa Rodríguez, por sembrar la desunión, y ahora están desatados. Se quejan de los "métodos absolutistas" a los que ha recurrido el obispo al imponer una junta gestora que gobierna de forma paralela a la directiva elegida por la asamblea. Pero los miembros de la hermandad han sufrido el golpe final del baculazo al enterarse de que el obispo ha impedido que dispongan de sus "ahorrillos", cinco millones de pesetas, extremo éste que se niegan a confirmar los responsables de la entidad bancaria donde se encuentra depositado el dinero.Todo comenzó cuando la Hermandad de Nuestra Señora de los Santos despertó de su largo letargo tras la elección de su presidenta. Las chocolatadas, los viajes y otra actividades organizadas por Rodríguez provocaron, según algunos miembros de la hermandad, la "envidia" del párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Primitivo García, "acólito" del obispo de Getafe. Éste envió una carta a todos los hermanos en la que ponía de manifiesto "la desunión que ha traído la presidenta".

En la misiva, varios miembros de la junta de gobierno encabezados por Primitivo acusaban a Rodríguez de "utilizar la hermandad para su proyección personal de manera caciquil y presidencialistal".

No obstante, todavía faltaba la mano del obispo para agudizar las tensiones entre ambos bandos: el de la presidenta, que defiende la legitimidad de su puesto y gestión, "Sujeta siempre a los estatutos" y el de Primitivo García, que la acusa de ser el germen de todos los problemas.

Y el obispo optó por imponer a la hermandad una comisión gestora que dictara los destinos, de este grupo de católicos, "extralimitándose en sus funciones", según María Teresa Rodríguez.

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