Editorial:

La hora de México

MÉXICO CELEBRA el domingo unas elecciones presidenciales que se pretende sean las más limpias de la historia del país. Tanto afán gubernamental porque todo discurra con claridad ya deja entrever que lo pasado no se hizo bien. Sin embargo, el esfuerzo desplegado para que, por primera vez, estos comicios sean regulados por un órgano apartidista, el Instituto Federal Electoral, con funcionarios profesionales y capacitados para actuar con independencia, es un signo de que existe voluntad de cambio. Otro son los miles de observadores que vigilarán el desarrollo de las elecciones, entre ellos los ll...

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MÉXICO CELEBRA el domingo unas elecciones presidenciales que se pretende sean las más limpias de la historia del país. Tanto afán gubernamental porque todo discurra con claridad ya deja entrever que lo pasado no se hizo bien. Sin embargo, el esfuerzo desplegado para que, por primera vez, estos comicios sean regulados por un órgano apartidista, el Instituto Federal Electoral, con funcionarios profesionales y capacitados para actuar con independencia, es un signo de que existe voluntad de cambio. Otro son los miles de observadores que vigilarán el desarrollo de las elecciones, entre ellos los llamados. Visitantes extranjeros, algo impensable años atrás en un país tan celoso de su soberanía como México.El Gobierno de Carlos Salinas de Górtari parece haberse tomado en serio la limpieza electoral. En una entrevista reciente a este periódico, Salinas advertía que el levantamiento zapatista de Chiapas y el posterior asesinato del candidato oficialista Luis Donaldo Colosio le obligaban a elegir entre dos opciones: cerrar o abrir el sistema político vigente. Al final prevaleció la última y los mecanismos electorales que se van a estrenar el domingo, entre ellos un nuevo padrón ya avalado por la ONU, complicarán seriamente la tarea a los profesionales del fraude y la trampa. Pero las numerosas manipulaciones del pasado han terminado por crear un comprensible pero malsano sentimiento de desconfianza entre los mexicanos.

Las reformas. electorales de Salinas comportan una doble intencionalidad: conseguir, primero, que el proceso electoral sea limpio, y garantizar, después, que los partidos que mayores votos consigan estén dignamente representados en el poder legislativo del país. Esto permitiría una pluralidad hasta ahora imposible por la hegemonía del Partido Revolucionar¡ o Institucional (PRI), la fuerza política que gobierna México como partido de Estado desde hace 65 años.

Uni importante logro es que todo esto esté ya es crito sobre papel y cuente con el apoyo de los principales partidos del país. Sólo uno, el izquierdista Partido de la Revolución Democrática, la organización que encabeza Cuauhtémoc Cárdenas, se ha negado a ello. Razones no le faltan Cárdenas, hijo de presiden te, es un escindido del PRI y sabe de las manipulaciones de las que es capaz su antiguo partido cuando se trata de conservar el poder. Este político ya fue víctima de la trampa cuando los resultados parciales le daban como ganador en las elecciones de 1988. De re pente se cayó el sistema informático y cuando resucitó el ganador era el PRI. Desde entonces Cárdenas es un hombre irreconciliable con el priísmo. Parte de su radicalidad se debe sin duda a los agravios sufridos.

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Y Cárdenas, al igual que en 1988, asusta al PRI Es la voz de los descontentos de este país, no confía ni cree en las reformas electorales y está convencido de que va a ganar el domingo, De hecho, ya ha convocado a sus seguidores a festejar la victoria o a iniciar una resistencia civil al día siguiente de los comicios si no es reconocido como ganador. Las. encuestas, sin embargo, le sitúan domo tercera fuerza política, muy por debajo de Ernesto Zedillo, el candidato del PRI, y de Diego Fernández de Cevallos, aspirante presidencial del Partido de Acción Nacional (PAN), la derecha católica y tradicional de México.

Por primera vez en la historia, en México nadie apuesta en firme por un ganador, Es éste un gran país que exige y merece cambios. Para que éstos se realicen en orden y estabilidad es necesario que los resultados de los comicios no sean cuestionables. Porque los problemas del país son ingentes. 'Cada vez hay más mexicanos que ingresan en el club de multimillonarios de la revista Forbes, pero ya son más de 40 millones los habitantes que sobreviven en la pobreza. El PRI sufre el mayor desgaste de su historia y en Chiapas un movimiento indígena en armas amenaza con extender la insurgencia al resto de la república. En es tas condiciones es muy fácil errar en el tiro de los pro nósticos. Lo que si, en cambio, está claro es que, gane quien gane, son muchas las cosas que ya han comen zado a cambiar en México. Lo harán aún más a partir del domingo.

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